Salmos 51:3-4 “Si he pecado contra ti de alguna manera y no lo sé, por favor, revélamelo. Me arrepiento. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos...”.
El arrepentimiento es para todos; creyentes y no creyentes; todo aquel que mantiene una actitud de arrepentimiento atrae la atención especial de Dios. Si caminamos delante del Señor con un corazón arrepentido, seremos inundados con bendiciones increíbles.
Una característica de un corazón arrepentido es la disposición a aceptar la culpa por haber hecho algo mal. Es decir: Señor, yo soy el que ha pecado. “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación...” (2 Cor. 7:10).
“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:8).
Puede ser vergonzoso o tormentoso admitir que estamos equivocados, ya que estamos acostumbrados a justificar las acciones, e inventar todo tipo de maquinaciones para escapar de la culpa, y desviar la atención; a pesar de que sepamos que nada de eso agrada a Dios.
Estar arrepentido significa, más que disculparse o arreglar las cosas con la persona a la que hemos ofendido, es hacer las cosas bien para con Dios.
David creía en hacer exámenes del corazón. Él clamó: "Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmos 139:23-24).
David continuamente le daba la bienvenida al examen del Señor, lo vemos en estos versos de Salmos 51:3-4.
Amado lector: Arrepentirte de tus pecados ocultos (pequeños o grandes) mantendrá tu corazón suave y dócil ante la presencia del Padre Celestial.
Feliz viernes y que Dios te bendiga!
Wilda M.V.
(WorldChallengeOrg)
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