Meditación 20.4.18
Mateo 11.28-30 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.
¿En qué piensas cuando escuchas las palabras carga y
agotado? Estos términos nos hacen respirar hondo, ¿cierto? En este mundo
acelerado y agobiado, la mayoría de nosotros hemos sentido el cansancio de
llevar demasiado peso sobre nuestros hombros, y demasiados compromisos. He aquí
tres maneras de actuar frente a estos sentimientos:
Rendirnos a Cristo. El Señor dice que vengamos a Él. Hay un tranquilo descanso en el hecho de
rendir nuestra carga al Señor. Sus manos son lo suficientemente grandes como
para sostener todo lo que necesitamos que Él maneje. Si tratamos de controlar y
administrar todo, nos agotaremos y al final comenzaremos a abandonar nuestras
responsabilidades.
Depender de Cristo. El Señor nos invita a tomar su yugo y a dejarle nuestras cargas. Aunque al
principio podemos entregar nuestras preocupaciones al Señor con facilidad,
después de un tiempo podemos intentar tomar nuestra carga de nuevo para tratar
de arreglar las cosas por nuestra cuenta. Pero al hacerlo, obstaculizamos la
solución que Dios quiere brindar, y terminamos agotándonos. Solo Dios tiene el
poder y la visión para llevar todos los asuntos a feliz término (Romanos 8.28).
Confiar en Cristo. El Salvador nos desafía a aprender de Él. Al llenar nuestra mente con la
Palabra de Dios, aumenta nuestra confianza en Él. Su yugo se volverá fácil, y
lo veremos como lo más seguro y placentero. Cuando sabemos que nunca tenemos
que llevar solos las cargas, estas se vuelven más livianas.
¿Qué pudiera perder por seguir a Cristo, tomar su yugo y
aprender de Él? Nada más que sus cargas de agotamiento, estrés y ansiedad.
(EnContacto.org).
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