Meditación 23.3.18
Salmo 81.8-16 “Oye, pueblo mío, y te amonestaré. Israel, si me
oyeres, no habrá en ti dios ajeno, ni te inclinarás a dios extraño. Yo soy
Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto; abre tu boca, y yo la
llenaré. Pero mi pueblo no oyó mi voz, e Israel no me quiso a mí. Los dejé, por
tanto, a la dureza de su corazón; caminaron en sus propios consejos. !!Oh, si
me hubiera oído mi pueblo, si en mis caminos hubiera andado Israel! En un
momento habría yo derribado a sus enemigos, y vuelto mi mano contra sus
adversarios. Los que aborrecen a Jehová se le habrían sometido, y el tiempo de
ellos sería para siempre. Les sustentaría Dios con lo mejor del trigo, y con
miel de la peña les saciaría”.
¿Has notado alguna vez que los niños tienen audición
selectiva, la conveniente capacidad de dejar de escuchar la voz de un adulto? A
veces, si no les gusta lo que se dice, la ignoran. En otras ocasiones, pueden estar
tan absortos en sus actividades que las palabras no penetran en sus mentes. Un
adulto le está hablando, pero no sabrá si el niño está escuchándolo.
A veces, nos comportamos de la misma manera con nuestro
Padre celestial, ¿no es así? Hoy el Señor nos habla a través de su Palabra,
como siempre lo ha hecho. La Biblia contiene la revelación total de Dios; fue
escrita por hombres que estaban bajo el control del Espíritu Santo (2 Timoteo 3.16). Si no prestamos
atención a las Sagradas Escrituras, le hemos dado la espalda a la voz de Dios.
Pero si abrimos su Palabra, escucharemos lo que quiere
decirnos. A veces, dice palabras de amonestación y corrección, pero también
nos asegurará su amor. Cuando pasamos tiempo con Dios por medio de su
Palabra, nuestra relación con Él se profundiza. Y cuando nos expresa su
amor, le correspondemos amándolo de la misma manera.
En las Sagradas Escrituras también encontramos dirección
para nuestra vida (Jeremías 29.11). Aunque el mundo (nuestra
propia naturaleza egoísta y Satanás), nos piden que elijamos sus maneras de
pensar, Dios nos da su sabiduría para tomar las decisiones correctas.
La Biblia ofrece el consuelo y la esperanza de Dios que
necesitamos a toda costa en medio de pruebas, fracasos, humillaciones y
tristezas. Y su Espíritu Santo nos ayuda a entender y obedecer
todo lo que nos dice. Dios sigue hablando, pero para sacarle provecho a lo
que dice tenemos que escucharlo.
(De Encontacto.org).
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