Sábado 27.1.18
Juan 3:16 "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".
Un joven se casó con la muchacha más linda del pueblo, se fueron de luna de miel en un hermoso yate, pero hubo un horrible incendio. Unos murieron, otros sufrieron graves quemaduras, y otros se salvaron; entre los cuales estaba el joven recién casado. Pero no se supo nada de su esposa.
El dolor golpeaba duramente al joven, y un día él quiso saber qué había ocurrido con su amada, por lo que contrató un detective.
Al detective le hablaron de una joven, de rostro desfigurado, que había sido rescatada de un incendio en un barco, y fue a visitarla donde ella trabajaba como empleada doméstica. ¡Oh sorpresa! era la amada del joven. Ella se había refugiado en ese empleo, porque así podría, aunque fuera de lejos, ver al hombre a quien amaba tanto.
El detective contó al joven lo acontecido; y este pidió que le llevara a aquel lugar. Al verla, ambos se derramaron en lágrimas, y él le preguntó: ¿Por qué te escondiste, amada mía? -Por estas cicatrices, ya que no quería desilusionarte, ni causarte dolor o vergüenza...La joven ignoró cuán grande era el amor de su esposo.
Muchos somos iguales que ella. Ignoramos cuán grande es el amor de Cristo, quien decidió morir en una cruz por nosotros, sin importarle cuán grande, ni cuán horribles marcas tuviéramos por nuestros pecados… Es que Él nos ama como a una esposa.
Al igual que las quemaduras en el cuerpo de la joven, el pecado deja cicatrices, que sin duda traen vergüenza, pero Cristo nos aseguró que vino al mundo a buscar y a salvar lo que se había dañado y perdido. Nuestro pasado no lo espanta ni lo confunde.
Su amor es más profundo que las cicatrices de nuestro pecado. Dejemos de tratar de ocultárselas. Cristo ve mucho más allá de esas cicatrices, y anhela vernos tal como somos!
¡Desenmascara delante de Jesus tus cicatrices, para que Dios te rescate y te bendiga!
Wilda M.V.
(Referencia: avanzapormas)
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