Meditación 3.11.17
2
Corintios 12.7-10 “Y para que la grandeza de las
revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne,
un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 8 respecto
a lo cual 3 veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9 Y
me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que
repose sobre mí el poder de Cristo. 10 Por lo cual, por amor a
Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en
persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”.
“Creí que la vida cristiana sería más fácil”. ¿Ha pensado
usted de esa manera? A veces, llegamos a la familia de Dios con la idea de que
el Padre celestial arreglará todos nuestros problemas, y que se dedicará a
nuestra felicidad y bienestar. Sin embargo, esa no es la realidad que vemos en
la Biblia.
Pablo fue un hombre a quien el Señor utilizó enormemente, pero su
vida no fue nada fácil. De hecho, en cierto momento, el apóstol pensó que su
dolor era una carga demasiado pesada, y le rogó a Dios que se lo quitara.
No
hay nada de malo en pedirle al Señor que alivie nuestro sufrimiento; pero, ¿cuál
debe ser tu respuesta si Él no lo hace? Pablo probablemente no imaginó que
su experiencia quedaría registrada en la Biblia para consolar y guiar a los
creyentes a lo largo de los siglos. La promesa que Dios le dio se aplica
también a nosotros: “Bástate mi gracia”.
La gracia de Dios podría definirse como su provisión en
el momento de nuestra necesidad. El problema es que, a veces, no
parece que el Señor está realmente respondiendo a ella. Pero Él ve las
deficiencias, los resultados y las complicaciones que nosotros no vemos. Sus
propósitos implican el crecimiento espiritual, moldearnos para ser más como
Cristo y fortalecer nuestra fe. Y las pruebas juegan un papel vital en la
consecución de estos objetivos.
Lo importante es cómo reaccionas. Si lo único que
quieres es alivio, podrías terminar lleno de ira y dudas. Pero si tu deseo
es llegar a ser la persona que Dios quiere que seas, verás cada prueba como una
oportunidad para que Cristo refleje su naturaleza en ti, y te fortalezca.
(Encontacto.org)
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