Sábado 24.6.17
Lucas 18:9-14 "A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo (Jesús) también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido".
Nos vivimos quejando de cómo nos afectan los errores y pecados de otros. Pero, oras por ti mismo, para que Dios te cambie a ti? ¿No dices que Jesús es tu estándar de santidad y que quieres ser como Él? Entonces...
Actitud de sentencia y orgullo espiritual, son pecados. Hablar de alguien es chismear. Oremos por nosotros mismos, para soltar esas acciones.
En esta parábola Jesús habla de dos hombres que oraron muy diferente.
Como el fariseo, nos comparamos con los demás; presumimos de nuestra conducta, y vivimos como si tuviéramos el derecho a juzgar y a cambiar a los otros. Sin embargo, si miramos a Jesús como ejemplo de santidad y bondad, igual que el publicano, nuestra necesidad desesperada de Su gracia, será muy grande.
Cuando hagamos nuestra la compasión amorosa y el perdón del Señor Jesús, cambiaremos para siempre, y seremos misericordiosos, en vez de condenar y juzgar a los demás.
Pidamos al Señor que nos impida caer en la trampa de compararnos con los demás; y que al ver nuestra necesidad de misericordia, aprendamos a ser misericordiosos.
Dios nos ayude y bendiga!
Wilda M. V.
(Fuente: Nuestro pan diario).
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