Sábado 27.5.17
Lucas 7:37-38 “Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume”.
Por qué lloramos? Por tristeza, alegría, adoración a Dios? Al derramar el corazón a Dios, Su amor y perdón nos envolverán.
El fariseo no recibió a Jesús dignamente. La cultura hebrea recibía sus invitados lavando sus pies, con beso de cortesía, y ungiendo su cabeza con perfume.
Este fariseo juzgó a ambos (religiosidad e hipocresía era común en ellos), no creyó en Jesús como el Mesías (pensó: “si este fuera profeta”), pero lo invitó a su casa, quizá para demostrar su influencia, y el que podía tener en su casa al Rabí del cual todos hablaban.
Jesucristo recibió la adoración de aquella mujer “pecadora”. Para Dios es más valioso un corazón sincero, que títulos, estatus social, o cualquier práctica religiosa existente.
Tus lágrimas a los pies del Señor evidencian humildad y necesidad de Dios.
Para el fariseo la mujer era indigna, pero el Señor la honró delante de todos. Jesús defiende y honra a quien le adora y sirve.
El fariseo no adoró a Jesús, su justicia dependía de actos humanos y religiosos, pero aquella mujer lo adoró con todo el corazón…y encontró el verdadero perdón.
Decídete hoy por una adoración diferente para tu Señor!
Dios te bendiga!
Wilda.
(Fuente de referenc: Mensajes y sermones para predicar)
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