viernes, 5 de mayo de 2017

"Elegir el amor, no los derechos"

Meditación 5.5

Mateo 5.38-48 "Oíste que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo digo: No resistan al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él 2. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Oíste que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo digo: Amen a sus enemigos, bendigan a los que les maldicen, hagan bien a los que les aborrecen, y oren por los que les ultrajan y persiguen; para que sean hijos de su Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amas a los que les aman, ¿qué recompensa tendrán? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué hacen de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sean, pues, perfectos, como su Padre que está en los cielos es perfecto".

Hoy en día hablamos mucho de los derechos. Pero la atención dada a los derechos no ha producido libertad colectiva ni personal. Más bien, la mayoría de las personas son prisioneras de la envidia (¡Tú tienes más que yo!), la codicia (¡Merezco más!), o el resentimiento (¡Han violado mis derechos!).

En vez de centrarnos en los privilegios que nos corresponden, debemos aceptar el mandato bíblico de amar a los enemigos y perdonar a nuestros enemigos. Los verdaderos cristianos renuncian a sus derechos para asumir la causa de un reino bendito.

Eso no quiere decir que dejemos que la gente nos pisotee, sino que demos la respuesta adecuada conforme a los preceptos bíblicos. Es decir, debemos estar más preocupados por mostrar el amor de Dios a quienes nos agravian, que por exigir nuestros derechos. Tal vez usted esté pensando: Pero es que usted no sabe cómo he sido lastimado. En realidad, no lo sé. Pero lo que sí sé es cómo reaccionó Jesucristo, nuestro ejemplo, ante los terribles maltratos. Fue traicionado por sus amigos, perseguido por su pueblo y crucificado por nuestros pecados. Sin embargo, Él dijo: “Padre, perdónalos” (Lucas 23.34).

Antes de pensar que la capacidad de Jesús para perdonar y amar está fuera de nuestro alcance, recordemos que su Espíritu habita en los creyentes. Podemos elegir renunciar a nuestros derechos, y dejar actuar el amor de Dios en nosotros.

Lucas 6.29 dice que presentemos la otra mejilla y demos más de lo que nos pidan, porque expresar amor tiene más peso que nuestros derechos. Usted nunca perderá cuando demuestre a los demás el amor del Señor.
(De Encontacto.org)



No hay comentarios:

Publicar un comentario

ESA GRACIA INMERECIDA DE DIOS

27.11.2024 SANTIAGO 1.17-18  “ Toda buena dádiva y don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, n...