Meditación 29.3.17
Salmos 37.4-7 "Deléitate asimismo en Jehová, y Él te
concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en Él;
y Él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía.
Guarda silencio ante Jehová, y espera en Él. No te alteres con motivo del que
prospera en su camino. Por el hombre que hace maldades".
Dios
quiere ser nuestra pasión más grande. Si decimos que amamos al Señor,
nuestra relación con Él debe tener prioridad sobre las posesiones, la profesión
e incluso las otras personas. Pero, a menudo, no entendemos el mensaje de Salmos 37.4. Creemos que el versículo significa que podemos
tener todo lo que queramos. No es raro que alguien me hable de una petición de
oración, y que luego añada: “Dios prometió concederme las peticiones de mi
corazón”.
Pero
en el contexto, este pasaje revela el principio del Señor para purificar
nuestros deseos, y hace un llamado a la dedicación a Él. Deleitarse en el
Señor significa disfrutar el descubrir más acerca de Él y obedecer su voluntad.
Esto lleva a que el Espíritu Santo ajuste los deseos de nuestro corazón a
los de Él, lo que siempre nos pone en posición de experimentar sus
bendiciones.
Cuando
consagramos nuestros caminos a Dios, permitimos que nuestros pensamientos,
propósitos y estilo de vida sean moldeados por su voluntad y por lo que Él ama. Es decir,
reconocemos su derecho a decidir si nuestro anhelo se ajusta a su plan. Si
descansamos en el Señor y esperamos con paciencia en Él, confiamos en que se
ocupará de las circunstancias, aun cuando el deseo que Él nos haya dado parezca
irrealizable. Cuando Dios es nuestro primer amor, nuestro corazón se
concentra en dar a conocer la gloria del Señor en nuestra vida.
Él
quiere concedernos los deseos de nuestro corazón en su tiempo,
si estamos alineados con su voluntad. Cuando aprendemos a deleitarnos en el Señor, nuestros
deseos son reemplazados por su voluntad y propósitos perfectos.
(De Encontacto.org)
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