Meditación 3/2/17
Tito 2.11-15 "Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos
los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos
mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la
esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y
Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de
toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.
Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie".
¿Quién es un siervo de Dios? Haga esa pregunta al
creyente promedio, y probablemente le dirá que es su pastor o un cristiano
famoso.
Es casi seguro que no dirá: “Yo soy un siervo de Dios”. La iglesia tiene la
idea confusa de que los creyentes están divididos en dos categorías: ministros
y laicos. Pero en la Biblia no hay tal distinción. Por eso, Pablo les recuerda
a los efesios que los creyentes son salvos para que puedan servir (Efesios 2.10).
Si
no hubiera otra razón para servir a Dios, aparte de la gratitud por la
salvación, eso sería ya motivo suficiente. Fuimos rescatados del tormento, y
recibimos la vida eterna con la presencia interior del Espíritu Santo. Nuestro
servicio es solo un pequeño reconocimiento de que el Padre envió a su Hijo para
ser sacrificado en pago de la deuda de pecado que nosotros teníamos. No
tenemos ningún derecho a no dar de nuestros dones o de nuestro tiempo.
Muchas
personas, incluso creyentes, sirven a su propio “yo”. ¿Qué satisface y
agrada al “yo”? ¿Qué es conveniente para el “yo”? ¿Qué hace feliz y
próspero al “yo”? Cuando un pastor pide ayuda, la mayoría de sus feligreses
están seguros de que está hablando a otra persona, porque “yo” no estoy
capacitado o estoy demasiado ocupado. La realidad es que si el “yo” es nuestro amo, estamos cometiendo idolatría.
Todo lo que le quita el primer lugar a Dios, incluyendo los deseos egoístas,
es un ídolo.
Nuestro servicio no es una opción. Dios nos llama a
ser siervos para que podamos invertir nuestra vida en un objetivo eternamente
loable: la salvación y el discipulado de los que aún no lo conocen, todo para
la gloria de Él.
(De
Encontacto.org)
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