viernes, 9 de diciembre de 2016

"Pies y corazones limpios"

Meditación 9/12/16
Juan 13.3-15 "Sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas…, y que había salido de Dios, y a Dios iba,  se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla…  Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; más lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.  Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y ustedes limpios están, aunque no todos. Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No están limpios todos. Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Saben lo que les he hecho? Ustedes me llaman Maestro, y Señor; y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado sus pies, ustedes también deben lavar los pies los unos a los otros. Porque ejemplo he dado, para que como yo he hecho, ustedes también hagan".
Israel puede ser una tierra polvorienta, y los pies calzados con sandalias se ensucian yendo de un lado a otro. En la antigüedad, la persona que entraba en una casa se quitaba las sandalias y se lavaba los pies. O si los dueños de la casa eran ricos, los sirvientes eran quienes les lavaban los pies. Esta desagradable pero necesaria tarea correspondía al sirviente que tenía la jerarquía más baja.
Imagine la sorpresa de los discípulos cuando el Hijo de Dios tomó el papel de un simple siervo para arrodillarse a lavar sus pies. La necesidad de este servicio era enorme, ya que habían estado viajando por un tiempo. Pero nadie se ofreció a hacerlo.
Cristo hizo algo más que suplir una necesidad; dio una lección. Cómo Él explicó: “Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que he hecho”. Algunas iglesias han interpretado erróneamente esto, haciendo del lavado de los pies una ordenanza. Pero se puede limpiar la piel a otra persona sin pensar en el significado de la acción de Cristo.
En realidad, la acción en sí no es el punto principal; la actitud es lo que cuenta. Cristo desea que estemos dispuestos a humillarnos para servir a los demás. Él está buscando hombres y mujeres que dejen de lado el orgullo, la posición y el poder para hacer lo que sea necesario, dondequiera que haga falta, y en favor de quien necesite ayuda.
Jesús realizó grandes y humildes actos de servicio en menos de 24 horas. Lavó pies sucios usando las 2 manos que serían traspasadas por los clavos el día siguiente. El mensaje aquí es que toda tarea que Dios nos da es importante para su reino.   (De Encontacto.org)



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