Meditación 13/10/16
Éxodo 3.10—4.17
Hoy
también te invito a leer la historia en tu Biblia, o dándole click al link que
está al inicio.
…Moisés
es enviado a Faraón, para que de Egipto sea liberado el pueblo de Israel.
Moisés se justifica que no puede por no estar calificado para la tarea.
Dios le dice que estaría con él y que pondría quien le ayude. Hizo la
observación, para ellos, de que "YO SOY" le envió. También le dice
que la razón era porque Él había visto cómo era de mal tratado su pueblo en
aquel lugar. También le hizo saber cuán arduo sería el proceso, pero que Jehová
extendería su mano y heriría a los egipcios por su duro corazón… y que al final
les dejaría ir. Le habló de las pruebas del poder de Dios que como muestra les
hiciera (la vara que se convirtió en culebra). También les hizo la promesa de
que al salir de Egipto no se irían con las manos vacías….
Cuando
no llegamos a lograr las metas que Dios nos ha puesto, no es porque el Señor,
de alguna manera, haya fallado en darnos lo necesario. Es porque el fracaso,
por lo general, es el resultado de un obstáculo que hay en nuestro corazón
—una actitud que constituye un estorbo para nuestra fe. Como resultado, el
flujo del poder de Dios se ve obstaculizado, y no podemos llegar a ser quienes
Él desea que seamos. Moisés es un ejemplo dramático del potencial
destructivo que tienen los obstáculos para la fe. Llamado a una de las mayores
misiones en toda la Biblia, el futuro líder respondió con excusas de por qué
no podía obedecer.
Las
excusas para desobedecer no han cambiado mucho desde el encuentro de
Moisés con la zarza ardiente. Trató de esconderse detrás de los mismos
obstáculos para la fe que los creyentes alegan hoy: una baja autoestima,
ignorancia en cuanto a Dios, dudas de sí mismos, sentimientos de incompetencia,
y temor a fracasar. Cada vez que Moisés se quejaba de que el Señor se había
equivocado de persona, Dios le respondía con una firme y convincente
refutación.
El
tema de las respuestas a Dios es algo que todos los creyentes necesitamos
entender,
como lo hizo Moisés finalmente —es decir, que cuando somos llamados a
servir, nuestras fuerzas, habilidades y conocimientos no importan. Es el
Señor quien hace el trabajo por medio de nosotros. Él no busca a la
persona más calificada sino a hombres y mujeres dispuestos a rendirse a Él.
Cuando su poder obra por medio de nuestras debilidades, es evidente que
solamente Dios pudo haber logrado el resultado. (De Encontacto.org)
No hay comentarios:
Publicar un comentario