Meditación 26/9/16
Filipenses 4.19
"Mi Dios, pues,
suplirá todo lo que les falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo
Jesús".
Nuestro
Padre celestial ha prometido suplir todo lo que necesitamos. Consideremos
algunas de las bendiciones que son nuestras en Cristo Jesús.
Una
necesidad humana universal es el amor. A través de la fe en Jesús, hemos
sido adoptados como hijos del Padre celestial. Pero antes de que esto
pudiese llevarse a cabo, la justicia de Dios tenía que ser satisfecha. Todos
hemos nacido con una naturaleza pecaminosa que nos separa del Señor. El
Padre celestial, debido a su gran amor por nosotros, envió a Jesús a tomar
nuestro lugar y a experimentar el juicio por nuestro pecado. Gracias a su
profunda compasión por nosotros, Jesús sufrió y murió para que podamos
llegar a formar parte de la familia de Dios y experimentemos su amor por
nosotros (Juan 3.16). A través de nuestra
relación con Él, esta necesidad de amor se satisface plenamente.
De
hecho, por medio de la salvación, nuestro Padre también satisfizo otras dos
necesidades básicas: compañía y seguridad. Cuando aceptamos el perdón de
Dios, el Espíritu Santo viene a vivir dentro de nosotros, el cumplimiento
de la promesa de Jesús nunca nos deja (Hebreos 13.5).
Esta nueva relación es
permanente. Lo que Jesús realizó en la cruz fue plenamente aceptado por Dios
como pago por nuestra deuda de pecado. Por otra parte, el mismo Cristo
prometió que nadie nos puede arrebatar de su mano (Juan 10.28). Por lo tanto, podemos
descansar en el conocimiento de que somos hijos de Dios para siempre. Esa es la
verdadera seguridad.
Nuestra profunda necesidad de amor, seguridad y compañía está satisfecha
en una relación con el Señor. (De Encontacto.org)
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