Meditación 07.06
Hebreos 6.10
"Porque
Dios no es injusto para olvidar tu obra y el trabajo de amor que has
mostrado hacia Su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles
aún".
Por su gracia, Dios da salvación a
quienes ponen su fe en Jesús. No
podemos ganarnos este regalo, ni tampoco lo merecemos. Pero nuestro
Padre celestial sí ve nuestras buenas obras, y promete recompensarnos según lo
que hayamos hecho para Él.
El servicio tiene lugar cuando dejamos que el Señor
obre por medio de nosotros, para su honra y gloria; cuando los recursos
divinos satisfacen las necesidades humanas mediante nosotros.
Apocalipsis 22.12 nos estimula: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a
cada uno según sea su obra”. Ya sea grande o pequeño, todo
servicio hecho en el nombre de Jesús será recompensado. Pero debemos asegurarnos de que nuestras acciones sean para
glorificar a Cristo. Si la motivación es nuestra propia gloria, la
única recompensa que recibiremos será la alabanza (si acaso) de quienes nos
rodean. Y sabemos que la aprobación de los
hombres no satisface ni es duradera.
Si bien algunas recompensas serán dadas en el
cielo, otras pueden recibirse ahora mismo. Por ejemplo, el gozo que
sentimos al permitir que Dios bendiga a otros por medio de nosotros, y al
agradar a Cristo. Además, hay un profundo sentido de satisfacción cuando
llevamos a una persona a Jesús y la enseñamos a andar por fe.
Servir a los demás es una gran
bendición y una responsabilidad. Consideremos
sinceramente cuál es la motivación, y aseguremos que nuestro propósito es
glorificar a Cristo. Solo así recibiremos
las recompensas que nos serán dadas, no solo en la eternidad, sino
también en la Tierra.
(De Encontacto.org)
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