Meditación 18.4
2 Samuel 7:8-17 "Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha
dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas,
para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel; y he estado contigo en
todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a todos tus enemigos, y te
he dado nombre grande, como el nombre de los grandes que hay en la tierra. Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su
lugar y nunca más sea removido, ni los inicuos le aflijan más, como al
principio, desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel; y a ti te
daré descanso de todos tus enemigos.
Asimismo Jehová te hace saber que él te
hará casa. Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo
levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas,
y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre
el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo.
Y si él
hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de
hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al
cual quité de delante de ti. Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre
delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente. Conforme a todas
estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David. David
sirvió a Dios en muchos roles, desde un sencillo pastor de ovejas, hasta un
gobernante valeroso. Al observar las distintas etapas de su vida, podemos ver
claramente cómo su devoción al Señor permitió que fuera usado poderosamente por
Él".
David fue ungido rey mucho antes de dirigir algo
que no fueran ovejas (1Samuel 16.1-13).
Proteger las ovejas era un trabajo que tomaba en serio. Durante ese tiempo,
aprendió a ser fuerte y valiente, y a cuidar de seres más débiles que él. Una
vida temprana de obediencia al padre terrenal le enseñó la humildad que
necesitaría más tarde para depender de Dios.
Los escritos de David (el salmista) revelan su
anhelo de Dios. Habla acerca de temas como temor, depresión, fracaso, soledad y
tristeza. Al hablar de sus valles de sombras, y de su comunión con el Padre
celestial en las vigilias de la noche, David nos dio atisbos íntimos del Dios
que él conocía tan bien.
Por su relación sexual con Betsabé, la vida del rey
estuvo plagada de congoja, dolor, sufrimiento y conflictos. David había
pecado enormemente, pero Dios lo perdonó y siguió usándolo. Gobernó
Israel durante 40 años, y su pueblo llamó a Jerusalén la “Ciudad de David”. Su
restauración nos enseña sobre las consecuencias del pecado y la gracia infinita
de Dios.
David cumplió el propósito de Dios mientras vivió,
y su impacto sigue presente siglos después; cada seguidor de Cristo ha sido
bendecido por la obediencia, el servicio y las dotes literarias de David. Él
es un gran ejemplo de lo que Dios puede hacer por medio de nosotros si rendimos
nuestra vida a Él.
(De Encontacto.org)
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