MEDITACIÓN 2.3
Gálatas 5.16-25
"Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no
satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es
contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen
entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el
Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son
las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia,
lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas,
disensiones, herejías, envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las
cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los
que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales
cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus
pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu,
andemos también por el Espíritu"
El Espíritu Santo es uno de los regalos más preciosos de Dios
para sus hijos. Él viene a morar en la vida del creyente en el momento de la
salvación, y le da el poder para vencer
el pecado y vivir para la gloria y los propósitos de Dios. Pero el poder del Espíritu
puede ser “desactivado” o ignorado. Solamente
quienes deciden andar con Él tienen libre acceso a su poder y dirección.
Andar en el Espíritu revela confianza en Dios. Él señala el camino,
y nosotros lo seguimos. Cuando Él habla, escuchamos, atendemos sus advertencias
y obedecemos sus instrucciones. El camino del
Espíritu es una senda de entrega que, aunque difícil, lleva a la plenitud de la
vida.
El
Espíritu de Dios no solo guía; da poder también, porque el reto de obedecer a Dios no es posible mediante nuestras fuerzas.
El Espíritu Santo suple todo lo que necesitamos
para vivir en santidad, y produce su fruto maravilloso en nosotros.
Ser guiados por el Espíritu debe ser el estilo de vida natural
de los hijos de Dios. Cuando usted
busca intencionalmente su presencia durante todo el día, Él está solo a un
pensamiento de distancia. Si su mente se vuelve a Él, el Espíritu le hará
más sensible a las cosas de Dios, y le dará un mejor entendimiento de las
situaciones y de las personas que le rodean.
Dé una caminata con el Espíritu hoy, y aprenda a identificar su
voz. En el momento que no tenga la
mente ocupada con los afanes del día, concentre sus
pensamientos en Él, pida su dirección
y manténgase a la expectativa. Y cuando Dios se
la dé, confíe en el poder del Espíritu Santo, para obedecerle.
(De
Encontacto.org)
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