MEDITACIÓN 13.1
Lucas
18.1-8
"También
les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no
desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba
a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él,
diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero
después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a
hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea
que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que
dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que
claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les
hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la
tierra?"
Nos gusta que las cosas
sean sencillas: seguir algunos pasos, y alcanzar el resultado elegido. La
oración, sin embargo, no puede ser reducida a una simple fórmula. No es
una actividad estática, donde la repetición de ciertas palabras trae la
solución deseada. Es una comunicación
permanente con el Padre celestial que implica escuchar, hablar y actuar de
acuerdo con lo que Él nos diga.
Dios ha prometido
responder las oraciones de sus hijos, pero normalmente espera antes de
respondernos, y lo hace por muchas razones.
Preparación. A veces, Dios tiene que
prepararnos para que podamos recibir lo que quiere darnos. Podemos tener
algunas actitudes o comportamientos fuera de su voluntad (Santiago 4.3). Él se
ocupará de ellos antes de concedernos nuestra petición.
Crecimiento
espiritual. El
Señor puede usar la demora para poner a prueba nuestra fe o hacer más
profunda nuestra relación con Él.
Momento oportuno. El cronograma de Dios normalmente
no coincide con el nuestro. El Señor sabe lo que quiere lograr en nuestra vida
espiritual y en nuestra relación con Él. Podemos confiar en que Dios hará
buen uso del tiempo que hay entre nuestra petición y su respuesta.
Dios incluye la demora como
parte de la vida de oración del creyente. En ciertas situaciones, tenemos
que seguir clamando como lo hizo la viuda perseverante, antes de que Dios
nos responda.
Jesús nos llama a “pedir,
buscar y llamar” —un estilo de vida caracterizado por la confianza en la
promesa de Dios de responder a sus hijos. ¿Qué tan
perseverante es usted?
(De Encontacto.org)
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