MEDITACIÓN 11.11
Salmos 25.4-5 "Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas.
Encamíname en tu verdad, y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación; En
ti he esperado todo el día."
En
el camino de la vida, las decisiones cruciales son como intersecciones que
nos llaman a elegir qué camino tomar. Si nos apresuramos a actuar sin
buscar saber qué piensa el Señor, el camino que tomemos puede dar lugar a
remordimientos y sufrimientos.
Aunque el Señor está listo y dispuesto a
ofrecer dirección clara, Él no siempre la da con rapidez. Saber que Él tiene
una buena razón para no dar su instrucción de inmediato, puede ayudarnos a
esperar su dirección con paciencia.
A
veces, Dios permite que estemos confundidos para llamar nuestra atención. Cuando
todo está funcionando sin problemas, tendemos a olvidarnos del Señor. Pero
la incertidumbre nos lleva de regreso a Él como si fuera un imán. Al alinear
nuestros pasos con los suyos, y andar en sumisión al Espíritu Santo, abrimos
nuestros oídos para escuchar su voz.
Nuestro
período de espera es el tiempo de preparación de Dios. Para lograr sus
propósitos soberanos, Él puede hacernos esperar mientras coordina los hechos
para que coincidan con su voluntad.
A veces, el Señor tiene que trabajar en
nosotros antes de que estemos listos para encargarnos de lo que ha dispuesto
para nuestro futuro. Además, la espera nos ayuda a crecer espiritualmente —si
recibiéramos la dirección de Dios al instante, rara vez tendríamos la
oportunidad de ejercitar nuestra fe. La madurez se hace evidente en la
capacidad de esperar con confianza.
Si la impaciencia le hace adelantarse al tiempo del Señor, se
arriesga a salir de su voluntad y a perder sus bendiciones. Pero si espera hasta
que Él le dé dirección clara, usted andará en la paz de Dios con seguridad, en
vez de estar dando vueltas con ansiedad y confusión.
(De
Encontacto)
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