lunes, 19 de octubre de 2015

"Nuestra Seguridad Ecónomica"

MEDITACIÓN 19.10

2 Corintios 8.1-7 "Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios; de manera que exhortamos a Tito para que tal como comenzó antes, asimismo acabe también entre vosotros esta obra de gracia. Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia."

Dar es una cualidad que se aprende, no es innata en nosotros. Observe lo que hacen los niños: se pelean por el pedazo más grande de pastel y por los juguetes. Como adultos, también luchamos cuando se trata de nuestras finanzas. Exigimos tener nuestra “parte justa” y guardar lo que es nuestro. Las decisiones que tomamos en relación con nuestro dinero —la cantidad que conservaremos y lo que daremos— con frecuencia revelan dónde ponemos nuestra confianza.

Dios llama a los creyentes a ser generosos. Nos dice que encontremos la seguridad en nuestra relación con Él, no en nuestro patrimonio. ¿Por qué razón? Porque la mayoría de nosotros sentimos que no tenemos suficiente, no importa lo mucho que tengamos. Asimismo, cuando nos enfocamos en el dinero, abrimos la puerta a la incertidumbre y ansiedad. ¿Qué pasa si perdemos nuestro trabajo, si no recibimos el ascenso, o si nos enfermamos por un tiempo prolongado? Cuando nuestras finanzas sufren, nuestra sensación de seguridad disminuye.

Pero si nuestra seguridad permanece en la relación que tenemos con Dios por medio de Cristo, estaremos agradecidos por lo que tenemos, y le confiaremos nuestro futuro. Mantendremos las finanzas en su perspectiva adecuada, pues nos han sido dadas por Dios para ser utilizadas en sus propósitos, no los nuestros.

Uno de los propósitos de Dios es que apoyemos la iglesia local. ¿Qué tan generosamente da usted a su congregación? ¿Busca más oportunidades para dar? ¿Tiene una actitud positiva cuando escucha peticiones de dinero? Permita que su modo de dar revele que ha puesto su seguridad en Dios.
(De Ministerios Encontacto)


P.D:  Que no nos pase como en la párabola del hombre rico, que relata la Biblia en Lucas 12:15-21

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