MEDITACIÓN 18.9
Veremos
Nehemías
1.1-11 donde se relata su oración sobre Jerusalén. Les hago resumen, pero
traten de leerlo.
...Son
palabras de Nehemías, en el mes de Quisleu, en el año 20, estando en Susa,
capital del reino. Nos dice que vino Hanani, uno de sus hermanos, con varones
de Judá, y Nehemías le preguntó por los judíos que escaparon, por los que
habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén. Ellos
le dijeron: Los de la cautividad, están en gran mal y afrenta, el muro de
Jerusalén fue derribado, y sus puertas quemadas. Cuando Nehemías oye
estas palabras llora y hace duelo, ayuna y ora delante de Dios, diciendo: Te
ruego, oh Jehová, Dios fuerte, grande y temible, que guardas el pacto y la
misericordia a los que t aman y guardan tus mandamientos; que estén atentos
tus oídos y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, por los hijos
de Israel; confieso los pecados cometidos contra ti -yo y la casa
de mi padre. Reconoce que se han corrompido, no han guardado los mandamientos,
estatutos y preceptos dados a Moisés. Pide acordarse de Sus palabras dadas a
Moisés, de que si pecan los dispersaría; pero si se volvieren a Él, guardan
Sus mandamientos, y los ponían por obra, aunque la dispersión fuera hasta el
extremo de los cielos, de allí los recogería, y traería al lugar escogido para
hacer habitar allí Su nombre. Les recuerda que ellos son sus siervos, su
pueblo, los cuales había redimido con Su gran poder, y mano poderosa. Rogaba
estar atento a su oración y la de sus otros siervos, quienes deseaban
reverenciar Su nombre; rogó que le concediera buen éxito, y gracias delante del rey (Artajerjes), porque Nehemías servía de copero al rey...
Nehemías
demuestra el poder de la oración. Como siervo del rey Artajerjes (Persia), no tenía ningún derecho a solicitar permiso para reconstruir los muros
de Jerusalén, y mucho menos a pedir materiales ni protección.
Sin embargo, por
conocer la naturaleza del Dios a quien oraba, Nehemías no dudó en actuar con
osadía y pedir al rey lo que hacía falta.
Comenzó su oración diciendo: “Te
ruego, oh SEÑOR, Dios del cielo”. SEÑOR, con letras
mayúsculas, designa a la palabra Jehová (una forma de Yavé,
el nombre hebreo de Dios), lo cual significa “Dios, quien es eterno en su ser”
—expresando que todo en todas partes está en su presencia.
Por tanto, cuando
Dios hace una promesa, sabe cómo va a cumplirla. Es por eso que Nehemías lo
llamó “el grande y temible Dios, que guarda el pacto”. Él sabía que Dios se
había comprometido a llevar de vuelta a los israelitas arrepentidos a su tierra
natal para vivir en su presencia.
La siguiente palabra hebrea: Elohim,
se traduce como: “El que es absolutamente soberano”. Este nombre se refiere al
Creador, y habla de su omnipotencia. Si Él hizo al mundo con su palabra,
entonces es capaz, sin duda, de darle a Nehemías las provisiones, tiempo fuera
del trabajo, y el favor del rey persa.
Hay muchos otros nombres para Dios, tales
como Adonai (“dueño”), Jehová-Jireh
(“proveedor”), o Jehová-Rafa (“sanador”). Puesto que el idioma
hebreo es preciso, puede ayudarnos a conocer mejor a Dios.
Cuando
necesitamos consuelo, llamamos al Dios que consuela; cuando necesitamos
sabiduría, tenemos al Dios que enseña. Así como conocer nuestra audiencia
afecta las palabras que usamos, la manera de ver a Dios afecta el modo en
que oramos.
(De Encontacto.org)
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