viernes, 10 de julio de 2015

“Superemos Nuestros Temores”

Lucas 1.68-75 “Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo, Y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días.”

La Biblia hace distinción entre 2 clases de temoresEl saludable y el enfermizo.

Ejemplos de temor saludable: No tocar una estufa caliente; no caminar sobre hielo quebradizo. Tener temor sano de Dios.  Esto conlleva una sensación de temor reverente por ser Él quién es —el Juez y el Rey soberano. También implica un estilo de vida de obediencia respetuosa que le honre.

El temor enfermizo: Hace sentir tensos, incómodos o amenazados. Su origen puede ser una experiencia en la niñez, o las palabras negativas reiteradas de una figura de autoridad. Este temor echa raíces en nuestro pensamiento y matiza nuestra toma de decisiones. Aun cuando ya no exista ninguna razón para sentirlo, puede seguir inhibiéndonos.

La imaginación es también fuente de temor. Podemos ser atrapados por la mentalidad del “¿y sí . . . ?”: ¿Y si algo sale mal? ¿Y si el resultado que espero no se da?”

Esta clase de agitación mental puede bloquear lo mejor que Dios tiene para nuestra vida. Sus propósitos exigen -a menudo- que dejemos atrás aquello que nos hace sentir muy cómodos. Aprender nuevas habilidades, cambiar de trabajo, o ensayar una manera diferente de ministrar a otros, pudieran ser parte de lo que Él espera. Estos retos presentan la oportunidad para confiar en el Señor y obedecerle.

El temor no proviene de Dios (2 Timoteo 1.7). Permita que el Espíritu Santo le lleve, de la intranquilidad, a la libertad que tenemos en Cristo. Allí descubrirá la habilidad de obedecer su plan sin preocupación.
(De Encontacto.org)

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