Lectura bíblica en 2 Timoteo 2.3 “Tú,
pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.”
Hay una guerra espiritual que se libra en todo el mundo. Nosotros,
como creyentes, debemos reconocer que nuestro enemigo es muy real, pero
por medio de Cristo, tenemos el poder para luchar con efectividad.
Las Sagradas Escrituras declaran que Satanás y todo un
imperio de espíritus malignos se oponen a Dios y a su reino. Sin embargo,
los enemigos son ángeles caídos; aunque no debemos subestimar sus
capacidades, no debemos dejarnos engañar creyendo que su poder es más de lo
que realmente es. Los ángeles caídos no pueden rivalizar con Dios. Cuando
el Señor reprendía a las fuerzas demoníacas que atormentaban a las personas, se
veían obligadas a obedecer.
Jesús dio a sus discípulos autoridad sobre estos
espíritus (Lucas 10.17-20), y Él da la misma autoridad a sus seguidores
hoy. 1 de Juan 4.4 dice que, por medio del Espíritu Santo, ya
hemos vencido al enemigo, “porque mayor es el que está en
vosotros, que el que está en el mundo”. Sin embargo, si no
tomamos la posición que tenemos en Cristo, nos sentiremos agobiados y
derrotados.
Satanás no puede apoderarse de
nuestras almas, pero tratará de hacernos inefectivos.
Cuando cedemos a la tentación, él puede decir: “Eres un débil e indigno pecador
que nunca serás capaz de servir realmente a Dios”. Si creemos tales
acusaciones, corremos el doble riesgo de dejar de escuchar la voz de la Verdad
y de olvidar nuestra verdadera identidad en Cristo.
En vez de eso, podemos
resistir al diablo (Santiago 4.7), y decirle: “¡Rechazo tus mentiras y te
reprendo en el nombre del Señor Jesús! Más aun, llevo cautivo ese pensamiento a
Cristo” (2 Corintios 10. 5). ¡Tenemos esa autoridad!
(De Encontacto.org)
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