Meditación 23.1 |
Lectura en 1 Timoteo 1.12-17
“Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo
por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido
antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia
porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la
gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo
Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que
Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el
primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que
Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que
habrían de creer en él para vida eterna. Por tanto, al Rey
de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria
por los siglos de los siglos. Amén.”
Pablo
se describía a sí mismo como el peor de los pecadores, pero también alguien a
quien el Señor había revelado su favor y su amor. Por la gracia divina, el
apóstol recibió vida espiritual, y se convirtió en un miembro de la familia de
Dios. Tenía un nuevo propósito para vivir —glorificar a su Padre celestial y
ayudar a edificar su reino. Desde ese día en adelante, las actitudes y la
conducta de Pablo fueron dramáticamente diferentes.
Por
la obra transformadora del Espíritu Santo, el carácter de Pablo se caracterizó
cada vez más por la gratitud y la compasión. Sus escritos expresaban una y otra
vez su gratitud por las bendiciones de Dios, y exhortaba a los demás a ser
agradecidos, también. Sus palabras revelan, asimismo, humildad. Pablo, que
había recibido una gran educación, consideraba ahora todas sus credenciales
como “pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, [su] Señor” (Filipenses 3.8).
Después que Pablo se encontró con el Salvador, sus acciones
cambiaron drásticamente. Se preocupaba profundamente por
quienes estaban separados de Dios, y deseaba fervientemente ayudar a los cristianos
a crecer en la fe. Por el resto de su vida, sirvió al Señor anunciando el
evangelio, alentando a sus hermanos en la fe y respondiendo a las necesidades
de otros. Aceptó que el sufrimiento por la causa de Cristo era parte de esta
nueva vida.
Al
leer sobre la vida del apóstol, vemos la gracia a la vista de todos. Fue usado
como embajador de Dios a los gentiles. El Espíritu Santo busca transformar
nuestras vidas, así como lo hizo con la de Pablo. ¿Está
usted permitiendo que la gracia de Dios actúe en su interior?
(De En Contacto.org)
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