miércoles, 24 de septiembre de 2014

Cómo Proteger Nuestro Futuro

Meditación 24.9


Génesis 25.23-34 " Y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al menor.  Cuando se cumplieron sus días para dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre. Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú. Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz. Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas. Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob. Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura".

Vivimos en una cultura orientada al placer y enfocada en el presente. Dios no quiere que sacrifiquemos las bendiciones futuras por los deleites inmediatos. Echemos un vistazo al error cometido por Esaú, y aprendamos de él.

Ciego a lo que era valioso en la vida, Esaú vendió despreocupadamente su primogenitura para conseguir lo que quería. Por ser el hijo mayor de Isaac, encaraba un futuro seguro en su papel de líder espiritual y cabeza de la familia. Pero, sin darle ninguna importancia a sus derechos como primogénito, ni a las consecuencias sobre las generaciones futuras, lo vendió todo por un plato de lentejas.

Algunos de nosotros somos igualmente miopes. Pasamos gran parte de nuestro tiempo trabajando o involucrándonos en actividades que nos producen placer. Cuando lo que Dios quiere es que nuestras prioridades reflejen las suyas —que lo amemos con todo nuestro corazón, alma y mente; y que amemos a los demás por medio de una vida de servicio y sacrificio (Mateo 22.37-40).

Esaú era gobernado por su apetito y por sus emociones. Cuando regresó de cazar, sus pensamientos estaban centrados en el hambre que tenía, y en la manera más rápida de satisfacer su estómago vacío. Aceptó la oferta de Jacob sin considerar el costo. Las emociones que nos impulsan a actuar con rapidez pueden llevarnos por el mal camino.

Podemos proteger nuestro futuro rindiéndonos al control del Espíritu Santo ysirviendo a Dios obedientemente. Asegúrese de ponerlo a cargo de su mente, su voluntad, sus emociones y su apetito.  (De Ministerios En Contacto)

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