miércoles, 13 de agosto de 2014

“En Medio de las Pruebas” Meditación 13.8

Lectura en Génesis 39.6-20 (Y dejó todo lo que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia. Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella, aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió. Cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos, y había huido fuera, llamó a los de casa, y les habló diciendo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciese burla de nosotros. Vino él a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces; y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó y salió. Y ella puso junto a sí la ropa de José, hasta que vino su señor a su casa. Entonces le habló ella las mismas palabras, diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme. Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera. Y sucedió que cuando oyó el amo de José las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: Así me ha tratado tu siervo, se encendió su furor. Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel.)

La esclavitud de José duró trece años, y fue de mal en peor. Perdió su posición privilegiada en la casa de Potifar, y fue echado en prisión cuando la esposa de su amo lo acusó injustamente. Su esperanza de salir de la cárcel murió cuando el servidor del rey olvidó la promesa que le había hecho (Génesis 40.14, 23). El futuro se veía sombrío.

A pesar de la evidencia de las circunstancias, Dios estaba llevando a cabo su plan para bendecir a José y ayudar a su familia. José era la persona que Él había designado para salvarlos del hambre que vendría. Para lograrlo, José tuvo que aprender el idioma y familiarizarse con la cultura de Egipto, desarrollar habilidades de liderazgo y madurar espiritualmente. El plan del Señor logró todo esto.

José aprendió dos lecciones útiles.
1ero.: El Señor es un fiel compañero que utiliza nuestras aflicciones para prepararnos para su obra. Cuando llegó el momento, José estaba plenamente capacitado para convertirse en el segundo en autoridad, después de Faraón; el rey egipcio declaró incluso que la presencia de Dios estaba con José (Génesis 41.38).

2do.: Cuando el Señor logra sus propósitos, la dificultad terminará. En el momento elegido por Dios, José fue liberado de la cárcel, recompensado con un alto cargo y reconciliado con sus hermanos. Es decir, fue bendecido grandemente por vivir en el centro de la voluntad del Padre celestial.

La adversidad puede ser dolorosa, pero el Señor la utiliza para llevar adelante sus propósitos y prepararnos para su plan, e incluso Jesús sufrió para cumplir con el propósito redentor de Dios (Mateo 16.21).
(De Ministerios en Contacto)

Lectura antes de iniciar labores: Salmos 56 “Ten misericordia de mí, oh Dios, porque me devoraría el hombre; Me oprime combatiéndome cada día. Todo el día mis enemigos me pisotean; Porque muchos son los que pelean contra mí con soberbia. En el día que temo, Yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra; En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre? Todos los días ellos pervierten mi causa; Contra mí son todos sus pensamientos para mal. Se reúnen, se esconden, Miran atentamente mis pasos, Como quienes acechan a mi alma. Pésalos según su iniquidad, oh Dios, Y derriba en tu furor a los pueblos. Mis huidas tú has contado; Pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro? Serán luego vueltos atrás mis enemigos, el día en que yo clamare; Esto sé, que Dios está por mí. En Dios alabaré su palabra; En Jehová su palabra alabaré. En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre? Sobre mí, oh Dios, están tus votos; Te tributaré alabanzas. Porque has librado mi alma de la muerte, Y mis pies de caída, Para que ande delante de Dios En la luz de los que viven”

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