lunes, 19 de mayo de 2014

“Cómo Responder a los Elogios?”

Lectura bíblica en Proverbios 27:20-21 (El Seol y el Abadón nunca se sacian; Así los ojos del hombre nunca están satisfechos. El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro, Y al hombre la boca del que lo alaba.)
¿Cómo responde usted cuando alguien le felicita? A algunas personas les encanta recibir elogios, ya que eso les hace sentir bien. Otras, por el contrario, se sienten incómodas. Bajan la mirada u ofrecen razones de por qué, en realidad, no merecen tal elogio.

Pero los cristianos tienen otro dilema. Estamos llamados a ser humildes; entonces, ¿qué debemos hacer cuando nos elogien? Puesto que el orgullo está siempre esperando el momento para levantar su horrible cabeza, tenemos que cuidarnos de él.

Algunos creyentes piensan que aceptar una felicitación es señal de orgullo, por lo que hacen un gran espectáculo dando toda la gloria a Dios. Eso está bien, si es realmente lo que hay en sus corazones; pero muy a menudo se convierte en una respuesta “cristiana” mecánica y rutinaria dirigida a impresionar a los demás.

Mi consejo es simplemente dar las gracias, y luego susurrar una oración de agradecimiento a Dios por la bendición, reconociendo que cualquier cosa digna de alabanza viene en última instancia de Él. Si usted se siente alentado, hágale saber a la persona cómo le bendijo su comentario. Si recibe elogios por un logro que fue realmente un esfuerzo en equipo, asegúrese de redirigir la felicitación a todos los que estuvieron involucrados. Una bendición se disfruta siempre más cuando se comparte.

Nuestro carácter se prueba por la alabanza que recibimos. Si nos aferramos a ella, el veneno del orgullo comenzará a infectar nuestro corazón. Pero si pasamos la alabanza a Dios, la humildad se alojará en nuestra alma. (De Encontacto.org)

Nuestra lectura -antes de iniciar la jornada laboral- Filipenses 2:3-11
3. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;
4. no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
5. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
6. el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7. sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
8. y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
9. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
10. para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
11. y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

 

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