Lectura en Efesios 2:1-10 (Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia (Lucifer), entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas)
La culpa puede ser como un veneno que trabaja en nuestro interior para crear caos en nuestros pensamientos y emociones. El antídoto es entender la razón por la que nos sentimos culpables, y saber cómo aplicar las enseñanzas bíblicas en cuanto a este asunto.
Malentender la gracia produce sentimientos de culpa que nos hacen pensar que, para ser un “buen” cristiano, uno tiene que reformar por sí mismo su conducta. Cuando en realidad, el Señor Jesús pagó en la cruz nuestra deuda de pecado y nos declaró justos delante de Él.
Otra cosa que puede hacer que nos sintamos culpables es la confusión acerca de la confesión y el perdón. Algunos creyentes se preocupan por pecados ocultos que todavía desconocen, mientras que a otros les preocupa no estar seguros de si han confesado lo suficiente para ser perdonados. Es cierto que 1 Juan 1.9 nos dice que debemos confesar nuestros pecados, pero hacer esto no es lo que nos da el perdón. Es lo que hizo Jesús en el Calvario, lo que perdona todos nuestros pecados.
Negarse a deshacerse del pasado también puede producir sentimientos de culpa, por sentirnos indignos del perdón. Pero Jesucristo murió en la cruz para que todos nuestros pecados —pasados, presentes y futuros— pudieran ser perdonados. Esto es parte del milagro de la gracia.
La verdad de la Palabra de Dios nos libera de la prisión de la culpa falsa, y nos permite vivir de la manera en que el Señor quiere. ¿Está usted andando en libertad? (En Contacto.org)
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