Juan 6:5-14 ( Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. 14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. )
Hace algunos años, nuestra iglesia se estaba preparando para adquirir una propiedad costosa, y nuestro deseo era realizar la compra sin endeudarnos. Una semana antes del plazo dado, habíamos reunido menos de la mitad del dinero; completar el resto parecía imposible. Mencioné nuestra necesidad a la congregación, y después del primer servicio, una joven pareja se me acercó y me dio el anillo de matrimonio del esposo para utilizarlo en el pago. Ellos insistieron en que yo tomara el anillo, a pesar de que estaban en una situación económica difícil, y tenían un bebé en camino.
Durante el segundo servicio, saqué el anillo y conté el sacrificio que había hecho esta pareja. Entonces sucedió la cosa más asombrosa. La gente comenzó a fluir por el pasillo y donar toda clase de cosas —yates, casas, joyas, automóviles. Al final de ese servicio, teníamos exactamente la cantidad de dinero que necesitábamos.
Nada es imposible para nuestro Padre celestial. Él utilizó un humilde anillo para recaudar más de dos millones de dólares en un solo día, así como una vez tomó prestado el almuerzo de un niño para alimentar a cinco mil hombres.
Nosotros, con frecuencia, preguntamos: “¿Qué voy a hacer?” En vez de preguntar: “Señor, ¿qué es lo que Tú vas a hacer?” Dios tiene un plan para guiarnos por el camino seguro a través de cualquier situación, si simplemente confiamos en Él, en vez de hacerlo en nuestros recursos.
Confíe en su Padre celestial para todo lo que necesite. Él ha prometido cubrir las necesidades de sus hijos, y conoce la mejor manera y el mejor momento para hacerlo. (De Encontacto.org)
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Señor que tu Espíritu Santo traiga revelación y bendición a los que leen estas palabras. Amén!
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