Mateo 13:18-23 (Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno. )
La Biblia enseña que cuando alguien nace de nuevo, se convierte en hijo de Dios. Por tanto, Él se comunica con nosotros como lo hace un padre, y nosotros debemos responder como hijos amorosos y obedientes.
Dios dio el primer paso en esta relación, al invitarnos a ser parte de su familia. La respuesta inicial del hombre implica decirle sí a Jesús, y poner su fe en Él como Salvador personal. Pero después, tenemos la responsabilidad de mantener firme nuestra relación con Él.
Nuestra parte consiste en darnos cuenta de cuándo el Padre Celestial nos está hablando, para que podamos aprender a ser buenos oyentes y seguidores fieles. Es por eso que necesitamos dedicar tiempo a leer la Biblia, por donde el Padre nos habla claramente.
Muchos fingen estar interesados en escuchar a Dios, pero inventan excusas para descuidar su Palabra. Algunos dicen: “Leo la Biblia, pero no la entiendo”. ¿Cree usted que Dios nos habría escrito un mensaje tan importante de una manera imposible de entender? Si usted continúa leyendo la Biblia, el Espíritu de Dios, que habita en el corazón del creyente, le dará entendimiento.
Una vez que llegamos a formar parte de la familia de Dios, nada —ni aun el pecado— es capaz de destruir nuestra relación con Él. No obstante, la desobediencia puede interrumpir nuestra comunión con Dios, en cuyo caso restaurarla es esencial para el crecimiento espiritual (1 Juan 1.9).
¿Pertenece usted a la familia de Dios? Si es así, ¿está obedeciendo a su Padre? La obediencia es esencial para tener una relación cada vez más estrecha con nuestro amoroso Creador y Salvador.
(De Encontacto.org)
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Señor que tu Espíritu Santo traiga revelación y bendición a los que leen estas palabras. Amén!
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