"Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma." (Hebreos 10:38)
Los cristianos tenemos alrededor una grande nube de testigos, que observan nuestra manera de vivir, y del testimonio que ofertamos a la sociedad.
La Biblia dice que es imposible que no vengan aflicciones, pruebas, luchas, grandes tribulaciones. Absolutamente todos los cristianos vamos a pasar por esto mientras llegamos a la Patria Celestial, pero así como Dios nos advierte, Dios mismo nos dice en su Palabra cómo correr con éxito la carrera hasta llegar a la meta final.
Ha habido sin duda alguna todo tipo de luchas, pero gracias a Dios hasta hoy nos ha ayudado Jehová, y es en estas pruebas y luchas donde realmente mostramos nuestra vida cristiana, quiénes somos y cómo somos realmente.
Para llegar a ser un atleta exitoso, habrá de cumplirse con estrictos requisitos físicos y mentales; además de grandes compromisos. Un atleta, debe despojarse de peso físico para estar en la mejor forma y condición física si es que quiere llegar a ser un triunfador. Esto es en el mundo secular, pero en la vida espiritual es semejante, solo que con razones de mayor peso para llegar a la meta final, que es el cielo.
1.- Despojémonos de todo peso y pecado que nos asedia.
El peso que agobia al cristiano está referido a las cargas espirituales que hacen peso en las espaldas, y por ende, ese peso será un estorbo para correr la carrera cristiana. Podemos recordar a hermanos que tiempo atrás practicaban una vida espiritual con mucho optimismo y llenura del Espíritu Santo, y ahora viven la más completa derrota y hasta se han alejado de Dios.
La raíz del problema es porque empezaron a llenarse de problemas y cargas que no les correspondía llevar. Se olvidaron del llamado de Cristo cuando dice “venid a mí todos los que estáis cansados y cargados, y yo os hará descansar” (Mateo 11:28).
Hay miles de cosas que pueden ser un estorbo para correr con éxito la carrera cristiana. ¿Qué es lo que estorba en tu vida? ”Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede de aquel que os llama” (Gálatas 5:7-8.)
Cuando pasamos por alto las instrucciones de nuestro entrenador, corremos el riesgo de ser eliminados de la competencia, y quedar condenados a solo vivir de los recuerdos. ¿Cuántos cristianos viven de tristes recuerdos? Fueron grandes predicadores, maestros, evangelistas, ministros fieles, pero Dios los eliminó, ya que no se despojaron del peso y pecado en su vida cristiana. En otras palabras fueron descalificados por Dios, por no considerarlos aptos y fieles. ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. (1 Corintios 9:24.)
No olvidemos que Dios va a recompensar la fidelidad del cristiano, por tanto debemos llevar una vida santa, sin complicaciones ni pecados que nos cuesten la separación de nuestro Dios.
2.- Correr la carrera con paciencia
Hay mucho que correr, aunque algunos ya estén llegando a la meta, otros, quizás van a medio camino, y otros, pueden ir empezando su recorrido, pero la idea central, es correr la carrera sin desmayar.
En la vida cristiana, es fundamental la paciencia… Tomemos en cuenta esto: ¿De cuánta paciencia no echan mano nuestros pastores para con nosotros? ¿Por qué pasa que a veces entre más predicaciones y amonestaciones contra cosas que no convienen y que nos dañan como cristianos, más persistimos en pecar y hacer exactamente lo contrario a lo que se nos dice?
Entre el pueblo cristiano debe existir la paciencia, y el practicarla unos con otros; soportándonos en amor, como dice la Escritura (Efesios 4.2). En el pueblo del Señor hay de todo tipo de caracteres, pero es cierto que mil veces es mejor estar dentro del rebaño del Señor que estar fuera de él. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca (Santiago 5:8) La paciencia debe tener su obra completa, y en la carrera cristiana, es la prueba de nuestra fe.
3.- Correr la carrera puestos los ojos en Jesús
Puestos los ojos en Jesús, no en el pastor, no en la esposa, no en los hijos, no en los demás cristianos; sino en el autor y consumador de la fe.
Cuando quitamos la mirada hacia Cristo, como le pasó a Pedro, nos hundiremos en ese mar de problemas que existe en el mundo, y además de hundirnos, nos acreditaremos la maldición de parte de Dios; porque él dice que maldito el hombre que confía en el hombre, por tanto, no solo vamos a ser desdichados, sino malditos.
¿Por qué no tomar de los demás solo aquello que nos edifica? Desechemos lo malo que ocurre a nuestro alrededor, porque solo conseguiremos acumular estorbos y tropiezos en la pista hacia la meta final. Las recompensas del Señor son hermosas después de haber llegado a la meta, así que corramos con gozo.
Lo que podamos sufrir o padecer aquí en la tierra, no es nada comparado con la gloria venidera de parte de Dios nuestro Padre.
Dios quiere que al caminar sobre las aguas, aprendamos a caminar sobre los problemas de la vida, pero asidos de la mano de Cristo porque solo eso nos va a garantizar el triunfo, porque nuestra confianza y nuestra mirada están puestas en Jesús.
Debe motivarnos el considerar todo lo que sufrió Cristo por nosotros, para que nuestro ánimo no desmaye. Que nuestra fe permanezca firme porque la meta es llegar a la estatura de la plenitud de Cristo. Y ahora estamos más cerca del cielo, que cuando creímos.
¿Por qué a Pablo no hubo poder humano que lo detuviera? ¿Por qué siempre fue como una máquina invencible que nada le movía? No existía cosa alguna que lograra desanimarle ni atemorizarle, porque tenía en mente un solo propósito, una sola meta, terminar la carrera en Cristo el Señor.
Seamos como Pablo, que podamos decir al final de nuestro camino: “He peleado la batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”.
(De: reflexionesevangelismo)
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