Juan 8:42-47 (Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. )
Quienes seguimos a Cristo tenemos un enemigo, y su nombre es Satanás (Marcos 1.13). Éste, que es un ser creado, está suelto en el mundo pero limitado en lo que puede realizar contra nosotros (Job 1.12). Muchas personas lo consideran nada más que un producto de la imaginación, lo cual le permite trabajar sin ser detectado. Aunque es un enemigo derrotado (Juan 16.11), aparenta lo contrario.
Veamos los objetivos de Satanás:
1. Alejarnos de Dios por medio de métodos directos y también sutiles.
2. Frustrar el propósito de Dios en nuestras vidas, tratando de que nos apartemos de la voluntad de nuestro Padre celestial.
3. Negarle a Dios la gloria y la honra que le corresponden, lo cual hacemos con nuestras vidas de obediencia.
4. Destruirnos en este mundo.
El padre de mentira (Juan 8.44) utiliza la falsedad, el engaño y la tentación para lograr sus propósitos, y ha elegido nuestra mente como campo de batalla. ¿Por qué razón? Porque la manera equivocada de pensar conduce a la conducta desobediente y obstaculiza el propósito de Dios. Las ideas erróneas producen sentimientos en nosotros que Satanás puede explotar para impedir nuestro avance espiritual.
Aunque pueden suceder reveses, los creyentes no serán derrotados “porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Jn 4.4). La Biblia dice: “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10.5).
Haga esta oración de entrega: “Señor, te doy el control absoluto de mi mente. Indícame cualquier pensamiento que no esté de acuerdo con tu Palabra, y enséñame tu verdad. Amén”.
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