viernes, 20 de septiembre de 2013

“Cómo Protegerse de un Ataque Satánico”


Mateo 4:1-11 (Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado 40 días y 40 noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían. )

Como soldados del ejército de Dios, peleamos una batalla espiritual. Para mantenernos firmes, debemos estar vestidos con el atuendo de batalla cada día.

Asegúrese de que sus pies estén calzados con el evangelio de la paz. Las botas de los militares romanos tenían abrazaderas para ayudar a los soldados a mantenerse firmes en la batalla. Del mismo modo, nuestro “calzado” espiritual nos da la seguridad de que tenemos paz con Dios, y de que estamos seguros en Él (Juan 10.28).

Lleve el escudo de la fe. El recurso más poderoso que tenemos como creyentes, es nuestra fe. Ella nos ayuda a resistir las tentaciones del enemigo. Estamos bien protegidos detrás del escudo de la fe.

Use el yelmo de la salvación. La mente es el campo de batalla de Satanás; necesita ser protegida concienzudamente y de manera efectiva. En una batalla espiritual, la seguridad de que somos salvos nos ayudará a rechazar las mentiras del enemigo, que pudieran llevarnos a dudar de Dios o a pensar de manera contraria a su Palabra.

Lleve la espada del Espíritu. La Palabra de Dios es un arma de ataque y también defensiva. Ella ataca en favor del evangelio (Hebreos 4.12), y también nos protege. Como lo demostró el Señor Jesús en la tentación del desierto, el diablo no puede sostenerse delante de ella.

La batalla espiritual que se libra a nuestro alrededor es real y feroz (Efesios 6.12). No estamos en la reserva, esperando simplemente a ser llamados. Estamos en la guerra.

Soldado del Señor: ¿Está usted totalmente vestido para la batalla?
 (De Ministerios En Contacto).

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