lunes, 5 de agosto de 2013

“La Fe Vencedora”

1 Samuel 17:1-37 … Hoy les presento un resumen, en vista de que es una lectura bien amplia: (Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, también Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos. Salió del campamento de los filisteos Goliat, quien media seis codos y un palmo; y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo. Y David, hijo de Isaí, al ver que venía aquel filisteo por la mañana y por la tarde, a incitar a pelear al pueblo de Israel durante 40 días, se levantó David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, y daba el grito de combate. Goliat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David. Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor. Saúl dijo: Al que le venciere, le enriqueceré con grandes riquezas, le dará mi hija, y perdonaré de tributos a la casa de su padre en Israel. David dijo a los que estaban junto a él: ¿Quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron a Saúl; quien lo hizo venir. Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud. David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo. )

David, el joven pastor de ovejas, se enfrentó a Goliat, el gigante filisteo. Por confiar en el poder de Dios para salvarlo, David venció a su adversario. Nosotros, también, enfrentaremos pruebas más grandes que nosotros. Pero el Señor quiere que tengamos una fe vencedora, al igual que la de David, y podamos triunfar.

¿Cuáles son los componentes de tal fe?
 • Una motivación piadosa. El deseo de David era defender a su pueblo y al nombre de Dios. Nosotros debemos examinar nuestros motivos, para asegurarnos de que están centrados en Cristo, no en nosotros mismos. • El reconocimiento del tipo de batalla. Para los creyentes, toda incidencia es un asunto espiritual. La lucha de David en el ámbito físico era contra Goliat, pero la verdadera batalla era espiritual (Efesios 6.12).

 • El recuerdo de las victorias anteriores. La confianza de David no se basaba en lo que estaba sucediendo en ese momento, sino en la manera en que Dios lo ayudó al enfrentarse a leones y osos en el pasado. Imagínese una película que destaque todos los momentos en que Dios le proveyó a usted de fuerzas y resistencia. Véala una y otra vez hasta que esté listo para la pelea.

• El rechazo del mal consejo. David estaba seguro del propósito de Dios para él, y por eso se negó a escuchar la acusación de su hermano acerca de sus supuestos motivos impuros. También rechazó la opinión del rey Saúl, de que era muy joven. Más bien, el joven pastor inclinó su oído para escuchar al Señor. ¿Cuál “Goliat” tiene delante de usted? Recuerde que en Cristo podemos ser vencedores (1 Juan 5.4).

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