Basada en Daniel 3:23-25.
¡Una gloria maravillosa espera al alma que abraza la voluntad de Dios!
La puerta del horno representa cruzar al otro lado, a la perfecta voluntad de Dios. En este lado de la puerta hay un ejército de enemigos, que se mofan, visiones de dolor y sufrimientos. Los demonios te gritan: ¡Dios no espera esto de tí! Pero en verdad Él te ama... ¿no dijo Él que te daría los deseos de tu corazón? (Salmo 20:4). Pero, una vez que cruzas la línea y abrazas la voluntad de Dios, sucede algo increíble: ¡Jesús se manifiesta en tu vida!
Cuando los jóvenes hebreos estaban dentro del horno, Jesús estaba esperando allí. Él no se reveló inmediatamente, porque ellos tenían que decidir abrazar su voluntad. Pero, cuando ellos la abrazaron y murieron a su propia voluntad, Jesús se les manifestó. Y lo que ellos pensaron que eran carbones dolorosos, se volvieron en pastos verdes y brisas suaves, porque Jesús había ido antes que ellos.
En el mismo momento que entras al horno, cuando cruzas al lado y abrazas la voluntad de Dios, darás la vuelta y verás a Jesús. Él estará allí en una manifestación que no podrás tener de ninguna otra manera. Y él hará tres cosas para ti:
Primero: Él se convertirá en todo en tu vida. Él será tu gozo, tu expectación. Él tocará ese lugar en tu corazón que ninguna persona en la tierra puede tocar. Yo amo a mi esposa e hijos; el amor, compasión y amistad que recibo de ellos es un gozo para mí. Pero, solo hay un éxtasis en mi vida, solo una persona que puede suplir las necesidades más profundas en mí, y ese es mi amado Señor Jesucristo. Y yo también lo he conocido en el horno.
Lo segundo que Jesús hará, será despojarte de todas tus ataduras. Cuando Sadrac, Mesac y Abed-nego entraron al horno, entraron en una liberación. Cada atadura fue rota, cada herida fue sanada, cada temor se desvaneció porque entro Jesús rápidamente a sus vidas. Estos tres hombres, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiente calentado siete veces más.
V. 24: Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, se levantó apresuradamente y dijo: yo veo cuatro hombres sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a un hijo de los dioses. El rey vio a cuatro hombres caminando, hablando y abrazándose. Los tres hombres eran abrazados por Jesús.
¿Sientes dolor y no sabes cómo sanarte? Entra al horno... sí, entra. No sucederá simplemente porque Dios manda a alguien que te entienda, porque nadie te entiende como Jesús. El único que puede satisfacerte completamente es ¡Jesús mismo! Ya sea que sientas vacío, soledad, o cualquier otra cosa en tu vida. Cuando entras al horno de su voluntad, todas tus ataduras caerán. Amén.
Finalmente; recibirás un llamado a predicar a Cristo a las naciones. Cuando los tres jóvenes hebreos entraron al horno, les llegó un llamado que no pudo llegar de ninguna otra forma. V. 26: Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente, y dijo; siervos del Dios altísimo, salid y venid.
V. 28: Y dijo: Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en Él, los cuales no cumplieron el edicto del rey y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.
V. 29: Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que diga blasfemia contra su Dios sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste. Mira cuan rápido Dios cambio la atmósfera; en tan corto tiempo, de mofa a maravilla, a un llamado a que el Evangelio sea escuchado.
Amado, esto es lo que va a suceder en los últimos días. La gente no se volverá a predicadores de renombre. En vez de eso, mirarán hacia los santos sencillos y humildes, quienes se han sometido por entero a la perfecta voluntad de Dios. Estos son los que han conocido el corazón de Jesús.
Ellos han salido del horno después de haber estado con Cristo, y la gente se reunirá a su alrededor, diciendo: "Por favor, háblame, veo que estás entregando tu cuerpo y alma a Cristo, y quiero saber más de eso. Amén.
Amados hermanos y amigos de la fe, una vez más dándole toda la honra y gloria a mi bendito y Eterno Dios, Padre, Hijo y Su Santo Espíritu. Que todo lo que hacemos sea para honra Su Nombre. Amén.
Tu amado hermano Marco Marin Parra.
Bediciones,
Suecia - Lysekil.
Orientaciones Bíblicas.org
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