lunes, 1 de julio de 2013

Tu Depósito Espiritual


La fe es estar agradecido antes de que la oración sea contestada. Es estar convencido que Dios siempre está presente y nos ayuda. Sin embargo, a veces estamos demasiado pendientes en lo que tenemos o necesitamos y nos olvidamos de ser de bendición a otros. O queremos ayudar sin antes ir a buscar a Dios para que nos llene de su amor. En la Palabra de hoy, Pedro y Juan nos enseñan una gran lección de nuestras verdaderas posesiones.

No podemos dar de lo que no tenemos. Tal vez hoy nos podemos encontrar con hijos que no reciben el amor que necesitan. Y esta situación se da, quizás no porque sus padres sean malos, sino porque de niños pueden no haber recibido tampoco el amor que necesitaron y al momento de ejercer la paternidad, sencillamente no saben hacerlo.

En la vida, tenemos un depósito de cariño, de paciencia y de amor. Este es el regalo más valioso: el amor. El cual no se demuestra con palabras bonitas, sino con tiempo y acciones. Sin embargo, el nerviosismo, el stress y las muchas preocupaciones pueden distraernos de demostrar amor a quienes más amamos. Y le dedicamos más tiempo a los amigos, a los compañeros de trabajo, etc.. Pero luego al llegar a nuestra casa, lo que más necesitamos es el amor que no estamos dando.

No podemos dar amor, si no lo tenemos. No podemos dar palabras de fe si previamente no las utilizamos en nuestra vida. ¿De qué estamos llenando nuestro depósito espiritual? ¿Del amor de Dios, de la Palabra o de información variada que nada tiene que ver con lo espiritual?
Debemos cuidarnos de lo que alimenta nuestra mente y espíritu. Tal vez estamos todo el día chequeando los correos electrónicos, los mensajes del celular y las noticias, pero recién cuando ya estamos a punto de quedarnos dormidos, decidimos leer con poco ánimo la Palabra de Dios. Esto no llena nuestro depósito espiritual. Si no tenemos comunión con nuestro Padre Celestial, entonces actuaremos basándonos en nuestras fuerzas. Estaremos dando de nuestro amor limitado y no de lo que el Señor tiene para nosotros.

Lo más importante para ti
El amor es más que palabras. El amor se ve representado por las acciones. Es una demostración de lo que es más importante. Pero ¿qué es lo más importante para ti?

Uno puede decir la familia, el trabajo, la carrera, el deporte. Sin embargo, deberíamos preguntarnos qué es lo más importante para Dios. Porque si decimos que somos cristianos, es porque seguimos a Jesús; por lo tanto lo más importante para Él debiera ser lo más importante para nosotros también.

1 Corintios 13:13 nos enseña lo que verdaderamente permanece por la eternidad. Y justamente, no es lo material o lo que podamos conseguir con nuestra fuerza, sino el amor recibido por Dios y el que decidimos dar. Esto es lo que nos llevamos de esta vida.

En una ocasión, un hombre le preguntó a Jesús que era lo más importante (Mt 22:36-49). Y Él respondió que lo más valioso en esta vida es amar a Dios con todo el corazón, alma y mente y luego amar a quienes tenemos al lado. Porque ¿Cómo es posible no soportar a alguien que vemos y decir que amamos a Dios, que no lo podemos ver?

Uno puede esforzarse por conseguir el mejor departamento, la mejor ubicación, las expensas más bajas… pero si no ama a su esposa, es lo mismo que nada. El hogar no es el espacio físico, sino el ambiente que uno tiene cuando llega a su casa. Esto no se consigue con dinero. La vida cristiana no es entrar a la iglesia, sino conocer a Jesús, amarlo con todo el corazón y estar dispuesto a rendirse a Él.
¿De qué vale decir que amamos a Dios si no estamos dispuestos a pasar tiempo con Él? ¿Si preferimos llenarnos de otras cosas que no sea su Palabra y consejos? ¿Amamos su obra y deseamos servirle? Es un buen punto para reflexionar y poder tomar decisiones que nos ayuden a mejorar el alimento espiritual que está llenando nuestro depósito.

¿Qué tenían Pedro y Juan para dar?
En Hechos 3:1-6 Pedro y Juan estaban por ingresar al templo. Cuando un hombre necesitado les pidió una limosna. ¿Qué tenían ellos? Ellos venían de estar llenos de temor e inseguridades por la gran presión de la persecución por ser seguidores de Jesús, sin embargo, en el Pentecostés, se mantuvieron unidos y expectantes y fueron llenos del poder del Espíritu Santo. Allí comenzaron a experimentar un encuentro personal con Dios. Eso es justamente lo que tenían para dar: la presencia, el amor y el poder de Dios.

Cuando buscamos más de Dios, Él nos llena de un amor que no mengua sino que va aumentando cada día. Cuando damos de ese amor en nuestra casa y a quienes nos conocen, entonces en lugar de cansarnos de hacer el bien, cada día somos más renovados y vivimos con paz y esperanza.

Una persona tocada por Dios, lo que anhela hacer es llevar ese amor a todos los que la rodean. Nadie puede darte el amor que solo Jesús puede brindar.

Entonces hoy aprendimos una gran lección, donde podemos ver que a través de esta palabra Dios nos recuerda lo siguiente:
1) Lo más importante para Dios, debe ser lo más importante para cada uno de nosotros: el amor. Es lo único que nos vamos a llevar de esta vida: cuánto amé a Dios y a la gente. No es lo material.
2) Tienes un depósito de amor que tiene que llenarse cada día de Dios. No alcanza con tener buenas intenciones, sino que es necesario depender del Señor y buscar su presencia y Palabra.
3) Lo que recibes es para darlo. Esto es consejo, ánimo para que tu vida pueda ser un canal de bendición. No solo esperar que los demás se ocupen de lo que necesitamos, sino también aprender a ser solidario y amar a quienes nos rodean.
4) Aunque no hayas recibido amor en el pasado, es tiempo de recibir hoy todo de Dios. Puede que te hayan quedado heridas por la soledad o el maltrato, puede que hayas vivido situaciones donde en lugar de amor has sentido rechazo, sin embargo, hoy tu vida puede cambiar si dejas que el Espíritu Santo te llene de un amor que sobrepasa todo entendimiento. El amor de Dios cubre multitud de pecados, puede restaurarte y colmarte de bendición.
Por tanto, es tiempo de abrir el corazón y darle prioridad al Espíritu Santo. Si comenzamos a alimentarnos espiritualmente de la Palabra de Dios, entonces viviremos con más esperanza y paz. Pedro y Juan no tenían limosna para ese hombre necesitado, pero lo que le dieron, fue mucho más poderoso porque le cambió su vida para siempre. Lo que verdaderamente más necesitamos es el amor de Dios. No llenes tu depósito espiritual de materialismo y ansiedades, sino busca llenarlo de la presencia de Dios!
Claudio Freidzon -Avanzapormas.com

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