Leer | JUAN 3.1-8 (Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. )
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Nicodemo era miembro del consejo rabínico (de maestros de la ley) conocido como el sanedrín (tribunal). La gente de su época habría dado por hecho que tales credenciales aseguraban que estaba bien espiritualmente. Sin embargo, Jesús le dijo que la única manera de entrar en el reino de Dios era nacer de nuevo.
Muchas personas hoy día son como Nicodemo: religiosas, virtuosas y se comparan con otras personas. Razonan así: De algún modo, nuestro amoroso, benévolo y maravilloso Dios hará posible que yo vaya a dar al cielo. Pero esto es absolutamente falso. El Señor Jesús dijo: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Jn 3.7).
Nuestros pecados nos separan de Dios. Ser buenos no puede cerrar la brecha, porque no importa lo bien que tratemos de conducirnos, todos pecamos. Nuestra naturaleza es ser pecadores, y la naturaleza es algo que no podemos cambiar.
El autoengaño más grande es pensar que podemos portarnos bien y así ser aceptados por Dios. La única manera de ser agradable a Dios es nacer de nuevo, por un acto divino.
Cuando persona pone su fe en Jesucristo como su Salvador, experimenta una regeneración. En otras palabras, en el momento de la salvación, se convierte en una nueva creación (2 Co 5.17 NVI).
Usted puede estar “actuando” bien sirviendo a Dios, leyendo la Biblia, ofrendando y orando. Pero ¿hubo alguna vez un cambio radical en su alma, un momento en que comenzó una relación personal con Dios? ¿Tiene una nueva naturaleza por la obra del Espíritu Santo? Si no puede responder sí a estas preguntas, usted necesita nacer de nuevo. (De Encontacto.org)
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Comentario:
Por cuanto todos pecaron, hay una destitución “automática” de la gloria de Dios (Romanos 3.23). Este verso nos lleva a reconfirmar, que todos somos pecadores, y que ninguno hay bueno sino uno: Dios… (Mateo 19:17).
Pienso que son muchos los Nicodemos que andan por esta tierra, creyendo que todo lo saben y que son más cristianos que Cristo mismo; y por ende entienden que para ellos está el cielo “asegurado”. Están bien convencidos -en su gran ignorancia- que cumplir con preceptos humanos, ir a la iglesia el domingo, leer la Biblia en algunos momentos, incluso hacer el bien, es más que suficiente para entrar “de línea” al cielo… Cuán grande confusión…el camino al Padre solo Jesús lo enseña.
Porque la misma palabra de Dios nos dice que hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre (1 Timoteo 2.5)… y que ninguna cosa hecha por nuestras propias inclinaciones o creencias nos abrirán esa puerta.
Nacer de nuevo –EN ESPÍRITU Y VERDAD- es la clave. Entregar a Jesús toda la vida actual y desaliñada, es la única manera de ser agradable a Dios y nacer de nuevo. Solamente así podemos ser portadores de una vida totalmente renovada…con la cual si que estaremos capacitados para nuestra entrada triunfante a la Patria Celestial. ,
Dios te bendiga
Wilda.
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