5 de julio, 2018
2 Corintios 5:21 “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.
La justificación por la fe es verdad fundamental del cristianismo. No puedes conocer el verdadero descanso y la paz hasta que estés convencido de que nunca podrás ser justo ante los ojos de Dios por tus propias obras.
Si no entiendes la justicia perfecta de Cristo que es tuya por la fe, llevarás una vida de trabajo y sudor, tratando de agradar a Dios a través de un intento legalista e inútil de establecer tu propia justicia. Pero la verdad es que nunca podrás llevar justicia alguna al Señor.
Un conocido pasaje en Isaías dice que toda nuestra justicia es como trapo de inmundicia a los ojos de Dios (Isaías 64:6). Esto no significa que Dios desprecie tus buenas obras, en lo absoluto. Pero si que quiere acciones rectas. Si crees que tus obras te harán merecer tu salvación, entonces no pasan de ser más que trapos de inmundicia.
Claro que puedes sentirte bien por las buenas obras que haces, pero al día siguiente pudieras ya haber perdido tu gozo. ¿Por qué? ¡Porque estás intentando agradar a Dios en tu carne!
Ninguna justicia de la carne podrá alguna vez presentarse delante de Dios. Las mejores y más santas personas; los más morales y piadosos, si se creyeron, que por sus buenas obras lo lograrían, fallaron miserablemente y no alcanzaron gloria de Dios. Ninguno puede ser acepto ante los ojos del Padre por sus propias obras.
Una maravillosa noticia es que somos totalmente aceptos por Dios a través de su Hijo Jesucristo. Recíbelo en tu corazón, y confiesa con tu boca, que Él es tu Amo, Señor y Salvador!
Feliz día, y que Dios te bendiga!
Wilda M.V.
(Referencia: WorldChallengeOrg)
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