Meditación 14/9/16
Santiago 5.13-16 "¿Está alguno entre
ustedes afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está
alguno enfermo entre ustedes? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por
él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al
enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán
perdonados. Confiesen sus ofensas unos a otros, y oren unos por otros, para que
sean sanados. La oración eficaz del justo puede mucho".
Hay abundantes mandatos bíblicos en cuanto a rendirnos cuentas unos a
otros. Pero, para muchos, la idea de revelar información personal parece
negativa o incluso una invasión de la privacidad. Tal confesión parece ser un
obstáculo para la búsqueda de placer, prosperidad y prestigio. La mayoría de
las personas prefieren ser reservadas y no involucrar a nadie más en sus
asuntos.
La Biblia, sin embargo, deja claro que los
cristianos deben apoyarse y rendirse cuentas mutuamente: “Confiesen sus ofensas unos a otros, y oren unos por otros, para que
sean sanados” (vs.16).
La rendición de cuentas en el cuerpo de Cristo es un principio bíblico.
Los miembros de la iglesia se sujetan a su pastor (Hebreos 13.17). Pablo nos dice que nos
sometamos unos a otros (Efesios 5.21). Sin embargo, él era
responsable ante la iglesia (Hechos 14.27), así como Timoteo estaba
subordinado a él (1 Timoteo 4.13-16). Los apóstoles
estaban, por supuesto, bajo la autoridad de Jesús (Lucas 10), así como Jesús estaba sometido al Padre (Juan 8.28-29). Y, lógicamente, la Biblia
nos dice que toda la iglesia está sujeta al Señor Jesucristo (Efesios 5.24). Sea cual sea la posición
de una persona, todo el mundo es responsable ante alguien. Y esto es válido
para toda la familia de la fe, desde la congregación hasta el Señor mismo,
quien sirvió a Dios Padre.
Las personas evitan rendir cuentas por diversas
razones, entre ellas orgullo, ignorancia y temor. Esto es peligroso, pues el enemigo conoce nuestras debilidades y
sabe cómo explotarlas. Pero podemos vencer
con el apoyo de nuestros hermanos en la fe. Hay poder en el cuerpo de Cristo.
(De Encontacto.org)
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