Meditación 9/9/16
Salmos 95.6-8 "Venid, adoremos y
postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. Porque él
es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano. Si
oyereis hoy su voz, no endurezcáis su corazón, como en Meriba, como en el día
de Masah en el desierto".
¿Por qué razón dos creyentes pueden orar por
un mismo asunto y tener luego diferentes respuestas y actitudes? Esto tiene que
ver con sus perspectivas. Cada uno de nosotros viene al Señor con experiencias
de vida y con expectativas diferentes. Si queremos escuchar su voz
claramente, tenemos primero que ocuparnos de las cosas que afectan la manera
como lo hacemos:
Nuestra relación con Dios. El Padre celestial habla de maneras diferentes a los cristianos. Y
aunque ni Dios ni los principios fundamentales de la fe cambian jamás, el
Señor ajusta su respuesta a cada creyente considerando su madurez espiritual y
su situación especial. Por eso, dos personas pueden escuchar cosas
distintas, pues están en puntos diferentes en su peregrinación de fe.
Nuestra comprensión de quién
es Él. La manera como vemos al Señor cambia la
manera como lo escuchamos. Por ejemplo, si usted ve a Dios como un Padre
tierno, escuchará su voz de aliento y aceptará su amorosa disciplina. Pero si
lo ve como un Padre duro y exigente, sentirá como si fuera imposible vivir a la
altura de las expectativas de Él.
Nuestra actitud hacia Dios. Si venimos al Señor de manera orgullosa y rebelde, naturalmente no nos
sentiremos inclinados a escuchar su voz de autoridad. Pero si venimos con una actitud sumisa,
probablemente escucharemos y recibiremos con gozo su Palabra.
Dios sigue hablando en el mundo hoy.
Deténgase y piense qué hay en su vida que pudiera estar bloqueando el
mensaje de Él para usted. ¿Qué está afectando su capacidad o disposición
para escuchar? Ponga eso delante del Señor hoy,
y pídale que derribe todas las barreras. (De Encontacto.org)
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