Meditación 21/9/16
Filipenses 4.6-7
"Por nada
estén afanosos,
sean conocidas sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con
acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús".
Estando
en prisión, Pablo escribió preciosas palabras sobre la suficiencia de Cristo.
Tenemos la tendencia a relacionar la idea de contentamiento con la
satisfacción de ir de vacaciones, pero el apóstol escribió que no debemos estar
ansiosos en ningún momento o circunstancia, porque tenemos la paz del Señor.
El
contentamiento es derecho natural del creyente. La paz es parte del
fruto espiritual que viene a ser nuestro cuando ponemos nuestra fe en el
Salvador (Gálatas 5.22); es una serenidad interior que sobrepasa todo entendimiento.
Jesús enfrentaba el conflicto con una sensación de calma interior, y gracias a
que su Espíritu habita en nosotros, esa calma admirable también nos pertenece.
Esto es importante, pues hay momentos en que enfrentaremos problemas que no
tendrán solución terrenal. En situaciones así, aprendemos que no podemos
hacer frente a las dificultades sin la ayuda de Cristo.
Esta
es la otra cara de la moneda: “No hay paz para los malvados —dice el Señor”
(Isaías 48.22). La sociedad moderna llama malvadas solo a las
personas que cometen actos viles, pero la definición de Dios es mucho
más amplia. Malvados son aquellos que rechazan el derecho que Dios tiene
de perdonarlos y gobernar sus vidas. Si usted no cree en Cristo como
Señor y Salvador, no podrá experimentar contentamiento real y duradero.
Cuando
nacemos de nuevo (Juan 3.3-8), llegamos a ser hijos del
Dios vivo y herederos legítimos de todo lo bueno que Él da. Esto incluye la profunda
paz interior y el gozo que puede soportar cualquier prueba. ¿Qué podrá hacer el
hombre a alguien que pertenece al Señor (Hebreos 13.6)? (De Encontacto.org)
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