Meditación 31/08/16
Juan
15.1-8 "Yo
soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no
lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que
lleve más fruto. Ya ustedes están limpios por la palabra que les he hablado. Permanezcan
en mí, y yo en ustedes. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si
no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la
vid, ustedes los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho
fruto; porque separados de mí nada pueden hacer. El que en mí
no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los
echan en el fuego, y arden. Si permanecen en mí, y mis palabras en ustedes,
pidan todo lo que quieran, y les será hecho. En esto es glorificado mi Padre,
en que lleven mucho fruto, y sean así mis discípulos".
El viñador
planta y cuida sus vides con el propósito de verlas producir uvas. Dios,
como nuestro viñador, nos exhorta a dar fruto espiritual. Él quiere que
seamos más como Cristo, caracterizado por el amor, el gozo, la paz, la
paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza (Gálatas 5.22-23).
Nuestro
Padre celestial quiere asegurarse de que los creyentes seamos fructíferos;
por esta razón, somos quitados del viejo árbol de la humanidad e injertados
en la nueva vid: Jesucristo.
Después de
su bautismo, Jesús fue “lleno del Espíritu Santo”, quien lo condujo al paso
siguiente (Lucas 4.1).
La vida y el ministerio de Cristo fueron el resultado del poder del Espíritu
Santo en su vida, y cuando decidimos seguirlo, Él envía al Ayudador a
habitar en nosotros. En el lenguaje de los viñedos, la savia de la vid
fluye a la rama injertada dándole vida y la capacidad de producir la clase de
fruto propio de esa planta. La rama y la vid se convierten en una sola vida. La
traducción de la Biblia al Día dice: “Vivan [...] enraizados en Él, y
nútranse de Él” (Colosenses 2.7).
Algunas
personas huyen de la vida cristiana porque piensan que no pueden vivirla. Y tienen razón, no pueden, pero el
Espíritu Santo sí puede. Cuando somos uno con Jesucristo, el Espíritu de
Dios vive a través de nosotros. Eso no significa que seamos libres de
responsabilidad, ya que el Espíritu puede hacer su obra solo si decidimos
sabiamente rendirnos a Él. Cuando seguimos obedientemente al Señor,
nuestro gozo y nuestra paz no dependen de las circunstancias; Aquél en quienes estamos enraizados es nuestro gozo y
nuestra paz. (De Encontacto.org)
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