Meditación 12/08
Colosenses 3.12-14
" Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados,
de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de
paciencia; 13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a
otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó,
así también hacedlo vosotros. 14 Y sobre todas estas cosas
vestíos de amor, que es el vínculo perfecto".
En un día
cualquiera, podemos encontrar personas y situaciones frustrantes, como un
conductor lento, un niño revoltoso, o un compañero de trabajo poco colaborador.
Podemos sentir la tentación de estallar de ira, pero Dios quiere que
mantengamos la calma y seamos pacientes con todos (1
Tesalonicenses 5.14).
Y de hecho, existe un buen número de razones por las cuales debemos ser pacientes:
Nuestro llamamiento. Aunque una vez estuvimos
alejados del Señor, hemos sido hechos parte de su familia por medio de la sangre de Cristo. Como
hijos de Dios, estamos llamados a tener una vida digna de Él, caracterizada por
humildad, mansedumbre y paciencia (Efesios 4.1-3).
La enseñanza de la Biblia. Nos
dice que seamos tolerantes unos con otros, que llevemos mutuamente
nuestras cargas y que respondamos con benignidad (Gálatas 6.1-2).
El ejemplo de Cristo. Él demostró paciencia ante las
acciones de Pedro, las exigencias de las multitudes y las falsas acusaciones de
los líderes.
Las buenas relaciones. Nuestra
impaciencia puede herir a otros y bloquear el diálogo. Responder con
calma da lugar a que la otra persona confiese su falta, explique su actitud
y haga cambios.
La aprobación de Dios. Debemos
tener presente que cuando soportamos calladamente nuestro sufrimiento,
ganamos la benevolencia del Señor (1 Pedro 2.20).
(De Encontacto.org)
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