Meditación 08.07.16
1 Corintios 10.13 "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero
fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino
que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis
soportar".
No importa qué forma tome la tentación en tu vida,
el enemigo utiliza bastante bien el mismo procedimiento para descarriarte.
Primero: Al comenzar a
pensar en el objeto de tu deseo; juegas con él en tu mente, imaginando cómo te
sentirías si lo tuvieras. Es curioso que sin importar cuántas bendiciones haya
derramado Dios sobre nosotros, ¡solemos enfocarnos en lo que no tenemos!
Debemos preguntarnos: ¿Será que el enemigo está tratando de desviar
nuestro enfoque?
Recuerde que Satanás
quiere alejarnos del Señor. Si puede lograr que quites tu mirada de
Dios, y la fijes en lo que sientes que te está haciendo falta, podrá tentarte.
Luego, ese pensamiento
crece hasta que finalmente da lugar al deseo abierto. Este intenso anhelo es la
culminación de tus fantasías. Ya no estás satisfecho con disfrutar del objeto
en tu mente; ahora quieres tenerlo realmente.
Por último, el deseo lleva
a una elección. Aquí es donde tomamos la decisión, ¿Cederé a este pecado, o
lo rechazaré para someterme a la voluntad del Señor?
Gracias al poder del Espíritu Santo, tenemos la capacidad de apartarnos de
la tentación. Nunca somos impotentes para neutralizar la situación, no
importa que tan fuerte sea.
¿Se ha sentido usted incapaz alguna
vez de detener una tentación en su vida? Entender la
naturaleza de este proceso gradual puede ayudarle a mantenerse firme contra las
tácticas del enemigo. (De Encontacto.org)
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