Meditación
29.3
Colosenses 4.2-6 "Perseverad en la oración, velando en ella con acción de
gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra
puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por
el cual también estoy preso, para que lo manifieste como debo hablar. Anden
sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea tu palabra
siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepas cómo responder a cada
uno".
La oración es una prioridad para cualquier persona que
desee ser usada poderosamente por Dios.
Jesús se escabullía a menudo para tener momentos de quietud con su Padre. Si
el Hijo de Dios necesitaba pasar tiempo en oración, ¡sin duda que nosotros no
podemos vivir bien sin ella! Ayer vimos que quienes no buscan la ayuda de
Dios se fatigan con cargas innecesarias. Hoy veremos los resultados de moverse
penosamente en la vida bajo esas cargas.
Cuando alguien se agota espiritual, emocional o
físicamente, se vuelve vulnerable al desánimo. Josué fue exhortado a meditar en la Ley porque su éxito dependería de
seguir la voluntad de Dios (Josué 1.8-9). Tener al Señor en el centro de nuestra atención crea
confianza. Sin la oración y la lectura de la Biblia —que no
pueden separarse— los creyentes caen en un círculo vicioso en que los problemas
se hacen más grandes al tratar de darles una solución humana. Bajo tales
condiciones, el desánimo es inevitable.
La pérdida de confianza es seguida pronto por la duda. El creyente que se sumerge en la oración y en la
lectura de la Biblia hallará seguridad en el poder y en la presencia del
Señor. Pero alguien que duda de la fidelidad de
Dios buscará refugio en cualquier parte, menos en esas disciplinas. Al
final, la persona se aparta de la voluntad de Dios, al tratar de encontrar una
solución engañosa.
La consecuencia de no orar
es el fracaso, pero la buena noticia es que se puede superar. Las
medidas correctivas son sencillas: pedir perdón
a Dios por no orar, y luego dar prioridad a un tiempo regular de quietud con el
Señor. En esos momentos de comunión, Él hará más liviana las cargas,
dará aliento y colmará a sus hijos de confianza. (De Encontacto.org)
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