MEDITACIÓN 10.2
Mateo 7.7-11 "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca,
halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su
hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una
serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los
que le pidan?"
Quienes
pidan, recibirán. Quienes busquen, encontrarán; y quienes toquen puertas, se
les abrirá. De modo que hay que pedir, buscar y tocar.
El
Señor quiere que oremos,
no solo porque eso le honra, sino también porque nos ayuda a crecer más
profundamente en nuestra relación con Él. Además, la oración nos permite
participar de su obra en el mundo. En todo momento podemos orar por
alguien en cualquier lugar del mundo, y confiar en que el Señor de todo el
universo nos escuchará y responderá de la manera más efectiva.
Por
esta razón: La
oración es una de las mejores maneras de involucrarse en el trabajo de Dios. ¡Es maravilloso privilegio
poder participar en la expansión del reino de Dios, pidiendo al Señor que
ayude a sus hijos a influir poderosamente en su creación!
Otra
razón por la que el
Señor nos enseña a orar: Para edificar
nuestra fe en Él. Aun el hombre pecador da regalos a sus hijos. ¡Cuánto más
nuestro Dios santo se goza en dar cosas buenas a quienes le pidan! Él se
complace en ayudarnos a crecer en la fe, a medida que aprendemos de su
Palabra, estamos conscientes de su presencia y permitimos que sus pensamientos
y caminos sean los nuestros. El Señor se deleita en responder nuestras
oraciones.
La
Palabra de Dios nos dice que Él es fiel, no puede negarse a sí mismo (2 Timoteo 2.13). Dedique tiempo -de cada día- para
hablar con el Señor, escucharle, y aprender de Su verdad.
(De
Encontacto.org)
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