lunes, 20 de julio de 2015

“La Necesidad de la Amistad”

MEDITACIÓN 20.7

2 Timoteo 4.9-22 Procura venir pronto a verme, porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica. Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia. Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio. A Tíquico lo envié a Efeso. Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos. Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor le pague conforme a sus hechos. Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras. En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. Saluda a Prisca y a Aquila, y a la casa de Onesíforo. Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo dejé en Mileto enfermo. Procura venir antes del invierno. Eubulo te saluda, y Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos. El Señor Jesucristo esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros. Amén.”

La independencia es un atributo valorado socialmente, pero bíblicamente no es una buena aspiración. En ninguna parte de la Biblia dice: “Ayúdate que yo te ayudaré”. El mismo hecho de que el Señor formó la iglesia —una familia extendida de creyentes—  debe decirnos que no nos creó para vivir aisladamente.

Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, el Espíritu Santo mora en nosotros para que podamos tener una relación deleitable con el Señor, y una amistad placentera con otros. En el plan de Dios, una amistad estrecha y fiel entre dos creyentes sirve para hacer crecer a ambas personas a semejanza de Cristo. En la Biblia encontramos una y otra vez evidencias de seguidores del Señor que confiaban en un amigo o un confidente. Pablo, en particular, hablaba con frecuencia de su dependencia de buenos amigos, y animaba a los demás a desarrollar el compañerismo cercano.

Me parece interesante que nuestro mundo moderno parece ir en dirección contraria. Cuanto más nos alejamos de Dios, más marcada se vuelve nuestra actitud de autosuficiencia. Los vecinos se tratan entre sí con desconfianza, y tal mentalidad ha invadido incluso a la iglesia. Somos reacios a dar a los demás, lo que a su vez nos hace renuentes a recibir de otros.

La Palabra de Dios nos exhorta a amarnos unos a otros, a llevar las cargas de nuestros hermanos, y a confesarnos nuestras entre nosotros  (Juan 13.34; Gálatas 6.2; Stgo 5.16). En otras palabras, debemos darnos a los demás y recibir de ellos en reciprocidad. Así es como los miembros de la iglesia pueden animarse unos a otros, con la actitud que agrada a Cristo.
 (De Encontacto.org)

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