MEDITACIÓN 20.7
2 Timoteo 4.9-22 “Procura venir pronto a verme, porque
Demas me
ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica. Crescente fue a
Galacia, y Tito a Dalmacia. Sólo Lucas está conmigo. Toma a
Marcos y
tráele contigo, porque me es útil para el ministerio. A
Tíquico lo
envié a Efeso. Trae, cuando vengas, el capote
que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos. Alejandro el calderero me ha
causado muchos males; el Señor le pague conforme a sus hechos. Guárdate
tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras.
En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino
que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero
el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la
predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del
león. Y el Señor me librará de toda obra mala,
y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los
siglos. Amén. Saluda a Prisca y a Aquila, y a la casa de
Onesíforo. Erasto se quedó en Corinto,
y a Trófimo dejé en Mileto enfermo. Procura
venir antes del invierno. Eubulo te saluda, y Pudente, Lino, Claudia y todos
los hermanos. El Señor Jesucristo esté con tu
espíritu. La gracia sea con vosotros. Amén.”
La
independencia es un atributo valorado socialmente, pero bíblicamente no es una
buena aspiración. En ninguna parte de la Biblia dice: “Ayúdate que yo te
ayudaré”. El mismo hecho de que el Señor formó la iglesia —una familia
extendida de creyentes— debe decirnos que no nos creó para vivir
aisladamente.
Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, el Espíritu
Santo mora en nosotros para que podamos tener una relación deleitable con el
Señor, y una amistad placentera con otros. En el plan de Dios, una amistad estrecha y fiel entre dos
creyentes sirve para hacer crecer a ambas personas a semejanza de Cristo. En la
Biblia encontramos una y otra vez evidencias de seguidores del Señor que
confiaban en un amigo o un confidente. Pablo, en particular, hablaba con
frecuencia de su dependencia de buenos amigos, y animaba a los demás a
desarrollar el compañerismo cercano.
Me
parece interesante que nuestro
mundo moderno parece ir en dirección contraria. Cuanto más nos alejamos de Dios, más marcada se vuelve
nuestra actitud de autosuficiencia. Los vecinos se tratan entre sí con
desconfianza, y tal mentalidad ha invadido incluso a la iglesia. Somos reacios
a dar a los demás, lo que a su vez nos hace renuentes a recibir de otros.
(De
Encontacto.org)
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