MEDITACIÓN 27.7
1 Juan 1:5-9 “Este es el mensaje que
hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas
en él. 6 Si decimos que tenemos comunión con él,
y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; 7 pero
si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la
sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. 8 Si
decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la
verdad no está en nosotros. 9 Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad.”
Lo que hacen los creyentes en cuanto a los sentimientos de
culpa, tiene mucho que ver con lo que entienden sobre la culpa. Por definición,
la palabra se refiere al sentimiento de haber hecho algo malo —a un conflicto
emocional que surge de dudas acerca de alguna acción o pensamiento específicos.
El método bíblico para despejar tales sentimientos es el arrepentimiento.
Sin embargo, muchos creyentes son atormentados por la culpa falsa, que no tiene, en realidad, sus raíces en el pecado. Esta culpa falsa puede desarrollarse de varias maneras:
• Una iglesia atrapada en el
legalismo puede fomentar este sentimiento. Especialmente cuando se condenan
ciertas acciones, a pesar de que no haya base bíblica para tal opinión.
• Recuerdos dolorosos
de la infancia
pueden hacer que alguien crea que la culpa de las injusticias cometidas contra
él la tiene él mismo.
• Escuchar las críticas
de otros creyentes puede conducir a la idea de que no se puede estar a la
altura de los estándares de Dios o del mundo.
La genuina convicción de pecado, basada en la Biblia, es una ansiedad
en el espíritu por un pecado cometido voluntariamente. Todas las causas de la
vergüenza falsa tienen algo en común: no son el resultado de una conducta
pecaminosa. Tales sentimientos son meras herramientas de Satanás para acosar al
pueblo de Dios.
(De Encontacto.org)
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