Meditación 8.9
Romanos 12:1-8 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.”
Aquí, Pablo dice que algunas personas tienden a considerarse mejores de lo que son. También es verdad que otras se sienten tentadas a menospreciarse. Por tanto, ¿qué debemos pensar en cuanto a nosotros?
Un sentimiento piadoso de autoestima ofrece una valiosa solución aquí. Se encuentra en el corazón de una vida serena, y ofrece el sólido punto intermedio entre la zanja del autodesprecio, por un lado, y el precipicio de la autoexaltación, por el otro. Este lugar de descanso en Jesús se origina simplemente viéndonos como el Señor nos ve.
Cuando usted nace de nuevo, Dios le ve como su hijo amado y dueño de una nueva identidad. Ya que su vida está escondida con Cristo en Dios (Colosenses 3.3), puede decir que está completo en Cristo. Y porque el Espíritu de Él habita en usted, puede tener una vida recta.
No obstante, conserva su naturaleza pecaminosa la cual todavía es capaz de manifestarse. Es correcto, entonces, entristecerse por lo malo que haga, al igual que regocijarse por sus progresos espirituales. Así es como lo ve Dios. Tenga en cuenta, sin embargo, que el agrado o el desagrado del Señor por su conducta, de ninguna manera alteran el amor que le tiene, ni tampoco su identidad como posesión suya. El Señor siempre le ve como suyo, y como una persona infinitamente valiosa.
Al final, alcanzará la plena madurez espiritual en Cristo. Pero, mientras tanto, nunca olvide que usted no es lo que hace. Usted es lo que es: Un hijo de Dios (Juan 1.12). (De Ministerios en Contacto).
Lectura antes de iniciar labores en Juan 14:1-14 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.”
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