lunes, 22 de septiembre de 2014

“El Camino del Quebrantamiento”

Meditación 22.9

Salmos 51.17 “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.”

Juan 12.24 nos da una hermosa ilustración del quebrantamiento: “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”. En otras palabras, solamente cayendo y rompiéndose puede un solo grano producir una abundante cosecha. Si se mantiene aislado y protegido nunca producirá nada.

Así es como trabaja el Señor, nos quebranta para producir crecimiento espiritual y un ministerio asombroso en nuestras vidas. Y el proceso es siempre el mismo:

1. Dios se fija como objetivo las áreas en que no estamos sometidos a Él.
2. Él dispone las circunstancias y selecciona las herramientas con las cuales quebrar nuestra autosuficiencia.
3. Él controla la presión y el tiempo de esas circunstancias para traernos de vuelta a su voluntad.

Pero, lamentablemente, siempre nos resistimos a ser quebrantados. Queremos seguir el camino más fácil, y tener la esperanza de que Dios bendecirá nuestra apatía.

Si nos negamos a ser transformados por medio del quebrantamiento, y en vez de eso nos aferramos a las cosas que Dios quiere que dejemos, Él nos pondrá a un lado. Al igual que un grano de trigo intacto, nos mantendremos solos y sin fruto.

Hermano, ese no es el camino que lleva a la madurez. Nuestro Padre celestial tiene un camino mejor.
El quebrantamiento duele, pero más duele no ser quebrantado. No se deje distraer por la felicidad breve. Mire hacia dónde le está conduciendo su Padre celestial, y deje que Él haga lo que sea necesario para llevarle hasta allí. (De Ministerios En Contacto).

Lectura antes de iniciar labores: 1 Timoteo 6:10-15 “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores”

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