miércoles, 6 de noviembre de 2013

“Yo soy la Luz...Te dice Jesús!”


... Una invitación a caminar en santidad...


Juan 8:12: “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”

En Juan 8:1-11 vemos la historia de la mujer adúltera, la cual nos relata que luego de Jesús estar en el Monte de los Olivos, vuelve al templo y enseñaba a todo el pueblo. Es cuando los escribas y fariseos le traen una mujer que fue sorprendida en adulterio; y lo dicen a Jesús (para tentarlo y acusarlo); además le refieren lo que decía la ley de Moisés, de que era necesario apedrearla (Levít. 20.10). Jesús haciendo caso omiso, escribiendo con el dedo en el suelo, dijo: El que esté sin pecado, arrójele la primera piedra. Él esperó y, sintiéndose ellos acusados por su conciencia, se fueron uno a uno. Luego viene el momento donde Jesús dijo a la mujer: ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ni yo te condeno; vete, y no peques más.

Es el momento cuando aquella mujer recibe perdón, y la luz de Cristo se enciende en su vida!

Cada uno de nosotros, los que ya somos portadores de la luz de Cristo, pasamos por momentos difíciles para llegar a recibir esa luz, y ser perdonados; ahora bien, el tamaño de nuestros pecados no es limitación para que sean perdonados, ya que la sangre de Cristo, nos limpia de todo pecado (1 Juan 1.7). Y…cada uno tiene un testimonio que contar.

Buscando significado de luz, encontré varios conceptos: Viene del latín lux, lucis. Es el agente físico que hace visible los objetos, o manifiesta lo oculto. Artefacto que sirve para iluminar. Es esclarecimiento. Persona o cosa, capaz de ilustrar y guiar. También vi luz artificial, luz brillante, de colores, opaca e insignificante. Luz del sol o primaria. Luz ultravioleta…

Si nos remontamos a Génesis 1:4-5, vemos que vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Llamó a la luz día y a las tinieblas noche. Haciendo la relación: Luz-buena-día, tenemos una razón más que suficiente para compartirla y vivir en ella.

Cuando fue dada la profecía por parte de Isaías de que el Mesías vendría (700 años aC), dijo que el pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; y por consiguiente ya no habría más oscuridad para los que estén en angustia, pues al fin Jehová llenará de gloria el camino (Isaías 9:1-2).

Nosotros como hijos legítimos de Dios, somos llamados en y a justicia, Él nos promete sostenernos; guardarnos, ponernos por luz de las naciones (Isaías 42.6). Nos libra de la muerte, y no permite que nuestros pies caigan. Pero así como Él nos hace esas promesas, nos hace un llamado a caminar en su luz (Sal.56.13) (Is.2.5), a expandirla al mundo, a llevar revelación a los gentiles (Lc. 2.32), a ser una ciudad que no se esconda (Mt. 5.14); y ser para salvación hasta lo último de la tierra (Hch. 13.47). Es importante reconocer que esa luz ha sido manifestada a nosotros por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, quien quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio (2 Tim.1.10).

El apóstol Pedro, en 1 Pedro 2:9 nos habla de un honor inmensamente grande: Somos linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para anunciar las virtudes del que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. …No echemos por el suelo el sacrificio tan grande de Jesús, en la cruz del calvario.

Viendo cómo se vive hoy, me pregunto: que pasa con el compromiso nuestro con Dios, con ese que nos dio vida, nos ha llamado en justicia, nos sostiene; libra de la muerte, y que nos llama linaje escogido, nación santa, y pueblo adquirido? Por qué tanta resistencia a caminar en su luz? Por qué seguimos viviendo vidas al margen del santo evangelio de Cristo? Por qué nos resistimos a vivir las virtudes del que nos llamó de una vida de tinieblas, y nos ha puesto en luz y admirable? Por qué aún seguimos viviendo vidas relativas? Si Dios mismo nos dice en las Escrituras “…serme santos, porque yo soy santo, y los he apartado de los pueblos para que sean míos” (Levit. 20.26).

Qué sentido tiene encender una luz, y ponerla debajo de una mesa, o vasija? No es para ponerla en el candelero, y para que los que entren la vean? Si la luz de Cristo es parte intrínseca de los hijos de Dios… no es para testificar con nuestros actos que la tenemos? Para que esa luz resplandeciera en nosotros, fue preciso un pago muy alto; por lo tanto, debemos estar comprometidos a vivirla y expandirla…a toda criatura (Mc.6.15).

Portamos luz brillante, opaca o artificial? Qué impide que sea brillante? Que hace tan difícil reflejar a Cristo en lo que hacemos, decimos o pensamos? Qué pecado oculto no hemos reconocido?

Isaías 5:20,21 nos dice: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!”

Y en el verso 25, nos encontramos con una gran reprensión, como consecuencia de los versos 20 y 21: “Por esta causa se encendió el furor de Jehová contra su pueblo, y extendió contra él su mano, y le hirió…” Aquí es preciso ser muy prudentes, y pedirle a Dios que no suceda que la luz que haya en nosotros sea tinieblas (Lc. 11:35)

Este verso 25, no debe ser para amedrentarnos, sino para que nos evaluemos y recapacitemos.

Echando un vistazo a Proverbios 6:16-19, vemos una mínima lista de cosas/pecados que pudieran estar reflejando tinieblas en nosotros; y que quizás no hemos percibido: El enaltecimiento, la mentira, los corazones malvados, pies apresurados al mal, falsos testigos y sembradores de discordia. También se pudieran mencionar otros: el chisme, la avaricia, raíces de amargura, falta de perdón, envidia, imprudencia, hipocresía…

Así como la mujer adúltera fue sorprendida, nos pueden sorprender a nosotros; pues no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni que no salga a la luz (Marcos 4.22). Ella tuvo la dicha de haber sido llevada a los pies de Jesús, obtener su perdón, su luz y no morir. Hoy, muchos son guiados a Jesús mediante la predicación del evangelio, pero no todos se disponen a recibir su perdón ni su luz. A esos los invito a recibir esa luz, para que no sigan en caminos de muerte.

Si no tenemos capacidad de reconocer las tinieblas en nuestra vida, pidamos la revelación al Espíritu Santo, quien nos permitirá identificarlas; y entonces podremos llevarlas a la cruz de Cristo. Seguirlas cargando impedirá que las bendiciones de Dios lleguen. El remedio a todo pecado es confesarlo a Dios, apartarse, y recibir el perdón y la limpieza del Señor (1 Juan 1.9).

Meditemos y caminemos en la luz de aquel que nos dice: “… Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Jesús parecía estar haciendo caso omiso de lo que decían los escribas y fariseos, pero estaba dando la oportunidad de que las propias conciencias reaccionaran… era “el período de la gracia”.

Acerquémonos, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y oportuno socorro (Hebreos 4.16). Dios hace brillar y gusta de utilizar vasos limpios.

El Padre Celestial redimirá nuestras almas para que no pasen al sepulcro, nos dará oportunidad de que nuestras vidas tengan luz… (Job 33.28) pero necesitamos ponernos en la brecha, ser obedientes, seguir sus estatutos, reconocer y venir humillados a su presencia (cada vez que le fallamos). Además estará presto a confirmar las obras de nuestras manos (Salm.90.17)…que estén ancladas a su voluntad. En Cristo está el manantial de la vida; con su luz, nosotros seremos y daremos luz (Salmos 36:9)

Que se vean nuestras buenas obras, y que todos glorifiquemos al Padre que está en los cielos (Mt.5.16). Que no nos sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va (Jn.12.35); y hay caminos que al hombre le parecen derechos, pero su fin es camino de muerte (Proverb. 16.25). Y todas las cosas son puestas en evidencia por la luz, la cual manifiesta todo (Efe.5.13). Por los frutos seremos conocidos (Mt. 7.20)

En la historia de la mujer adúltera, quiero destacar lo que le dijo Jesús a ella: Ni yo te condeno…no peques más. Jesús no nos condena, pero nos invita a no pecar más!

En carta a Tito (2:11-13), Pablo invita a vivir en este mundo sobria, justa y piadosamente; aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús!

Y Salomón dijo en proverbios 6.23 “Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que instruyen”

Jesús te dice: Yo soy la luz, el que me sigue, no andará en tinieblas…” Bienaventurado el que cuando Él venga, le encuentre haciendo así! (Lucas 12.43)

Dios te bendiga!
 
(Mensaje compartido en culto matutino (4/11/13). en la Iglesia Mahanaim Sto. Dgo.
Por Wilda Messina

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